RENGLONES TORCIDOS
¿Partitocracia o idiocracia?
Cada vez horadamos más la tumba de nuestro gatopardismo
A la ignorancia por la indiferencia (17/3/2023)
¿De qué os quejáis, bonitas? (10/3/2023)
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Iniciar sesiónUsted que me lee –no sé si con curiosidad, hartazgo o para matar el tiempo mientras llega el autobús– pertenece a ese extraño y muy marginal grupo de personas que se interesa por los asuntos públicos, junto con políticos y periodistas. No tiene esto nada ... de malo, ni mucho menos invalida los presupuestos de nuestro sistema político. De hecho, tiene usted un papel muy importante según una teoría clásica en comunicación política: quienes se preocupan por estar al día y formarse una opinión sobre la cosa pública ejercen influencia sobre sus círculos de convivencia, diluyendo así l poder de persuasión de los políticos y los medios de comunicación de masas. Todo en orden hasta aquí. Si además usted tiene más de sesenta años seguramente renegará del nivel que observa en quienes nacimos en los 80 en adelante. Nivel intelectual, de cultura general, buenas maneras, de madurez y una falta de horizontes de sentido razonables (Y no, ni el ombliguismo hedonista ni el activismo desquiciado suplen a estos últimos). Gracias a Dios, las honrosísimas excepciones no son escasas. Todavía. Pero tengo que decirle que la forma en que ustedes ven a los que nacimos en las décadas de los 80/90 es calcada a la impresión que tenemos nosotros de los nacidos en los 2000. Y no, no se trata de esa constante antropológica según la cual cada generación considera inferiores a las que les suceden. Existen datos objetivos que avalan mi comentario, además de mi experiencia como profesora universitaria y ahora como madre.
No es mi intención deprimirle, sino ofrecerle una visión aérea de lo que ha supuesto esta moción de censura. Muchos consideran acertadamente que ha merecido la pena, Tamames nos ha recordado cómo deberían ser las discusiones parlamentarias: confrontación de argumentos con cierto rigor y nivel intelectual, y no los mítines pensados para extraer frases sueltas en televisión o en redes sociales. La moción resalta que la estrategia en política debería estar supeditada a defender aquello que uno cree que está bien, y no a la inversa. Los comunicólogos que me lean se parten de risa, y con razón: saben a qué clase de ciudadanía se enfrentan. Si actuaran según esta premisa se hundirían. Ciudadanos naufragó por esto. Recuerdo el primer debate electoral que vi de Rivera, me dejó muda de asombro: «¡está realmente queriendo debatir, proporcionar argumentos! ¡No me trata como si fuera imbécil!». Bien, ya sabemos en qué ha acabado este partido. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Una población idiotizada genera los políticos y la opinión mediática que tenemos? ¿O es a la inversa? Los políticos no sólo destrozan la educación. Guiados por sus estrategas, provocan hartazgo, desinterés, esa cosa tan típica española del voto del miedo, de ir al colegio electoral –con la nariz tapada para no vomitar– y escoger al que menos nos repele. Tamames explicó de forma sucinta, certera y sin complejos todo lo que está mal en España. Pero no servirá de nada, porque cada vez horadamos más la tumba de nuestro gatopardismo: cambiarlo todo, para que nada cambie.
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