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la tercera

La fuerza de la libertad

«Los verdaderos enemigos de la democracia y la libertad son el descuido de la dignidad que supone ser representantes del pueblo»

La educación nunca fue ni será neutra (27/6/23)

Populismo y polarización (25/6/23) 

NIETO

NICOLÁS REDONDO TERREROS

Hitler nunca consideró a Churchill un enemigo temible. Conocidas las debilidades del primer ministro británico, era imposible temer a un país que iniciaba un lento declinar ante potencias emergentes unas, otras ya consolidadas, después de la primera conflagración bélica mundial. Algo parecido pensaba Stalin, el aliado de coyuntura soviético ... . Ambos líderes, prototipos del totalitarismo del siglo XX, consideraban que las democracias representativas alentaban la debilidad de sus ciudadanos y eran sustancialmente incapaces de hacer frente a regímenes que se fundamentaban en la unidad y la relación entre el pueblo y el líder. Eran resabios de un pensamiento arraigado en la historia: la unidad fortalece a quienes la consiguen, la pluralidad (la división) reduce las posibilidades de vencer o resistir. Al fin, el sistema de democracia representativa, que hace de la pluralidad su esencia, es un producto artificial y sofisticado de la razón, opuesto a nuestra reacciones más primarias: aceptación de la ley del más fuerte, el deseo de unidad (de agrupamiento) ante el peligro o lo desconocido o lo diferente.

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