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LA TERCERA

Por una escuela de España en Atenas

«La Escuela Española de Estudios Helénicos sería una institución al servicio de un interés general de un modo palmario, y además a un coste mínimo en comparación con la magnitud de su retorno»

¿Nacerá muerta la amnistía?

Necesidad de una poética cívica

CARBAJO&ROJO

Miguel Herrero de Jáuregui

El visitante que hoy sube hacia la Acrópolis de Atenas encuentra, junto a los majestuosos propíleos, una inscripción reciente que rememora las palabras que Pedro IV de Aragón dictaba el 11 de septiembre de 1380: «La más preciada joya que haya en el mundo, ... tal que apenas entre todos los reyes cristianos podrían construir otro igual». El rey de Aragón era entonces también Duque de Atenas y Neopatria (títulos hoy del Rey de España), y ordenó a su tesorero que pagara el salario de los doce soldados que enviaba para proteger la Acrópolis: «Deben ser ballesteros, hombres de bien, que estén bien armados y aparejados». Accedía así a la petición del obispo de Mégara, cuya descripción de las maravillas atenienses había hecho mella en un rey cultivado y protector de las bellas artes en el albor del Renacimiento. Aquel gesto del rey de Aragón en defensa de los monumentos de la Acrópolis sigue honrando a España en el corazón, no ya de Grecia sola, sino del mundo entero.

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