renglones torcidos
Moderaditos
En España se pervierten los enunciados en función de quiénes los pronuncian. La ley del embudo: ancho para la izquierda, estrecho para la derecha
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Iniciar sesiónAyer despertaba el mundo –si es que podemos considerar las redes sociales como tal– con la canción de despecho de Shakira contra Piqué, su ex. Nada como un buen salseo, todos tomando partido en uno u otro sentido. Enseguida apareció el feminismo, cómo no. Para ... algunos la colombiana se ha convertido en símbolo de empoderamiento. Otras señalaban con el dedito a la cantante, ¡qué falta de sororidad! ¿qué es esto de meterse con la nueva novia del exfutbolista? «No, oye, vamos a ver: la sororidad se acaba cuando te roban al maromo». Feminista sí, tonta ni una miaja.
Algunos criticaron al sistema: el revuelo se monta porque es una mujer poniéndose brava contra un hombre. Al revés no hubiera sucedido, estas cosas no pasaban antes. Casi escupo el café al leerlo, entre la sorpresa y la risa. Me puse a hacer memoria de 'canciones de ardido' (así llaman en México al despechado) o de poderío interpretadas por señoras, señoritas y señoronas. 'Respect', de Aretha Franklin, 1967. No ha llovido ni ná. 'Rata de dos patas', que ya es de este siglo, pero se ha ganado a pulso un puesto en el Top Ten. Mi favorita, 'Cell Block Tango' del musical Chicago (1975, remake de 2001) ha caído injustamente en el olvido. En ella, prisioneras por homicidio cuentan encabritadas cómo sucedieron los hechos, para tratar de evitar la condena. El estribillo «fue un asesinato, no un crimen» ya lo dice todo, pero la canción está repleta de perlas: «preparé su bebida y, bueno, ya sabéis…algunos hombres son intolerantes al arsénico» o «Él cayó sobre mi cuchillo. Cayó sobre mi cuchillo diez veces». Muy divertido hasta que caes en la cuenta de que en España se pervierten así los enunciados en función de quiénes los pronuncian. La ley del embudo: ancho para la izquierda, estrecho para la derecha, que vive con el miedo constante a que salga la primera –a lo Paquita la del Barrio– a llamarnos rata de dos patas, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho.
Evidentemente esto no se reconoce, resulta humillante. La salida del bienqueda de derechas o de centro es apelar a la moderación, de la que no sabemos exactamente qué es en este contexto más allá de rendir todas las armas (institucionales, discursivas, morales y, por supuesto, políticas). Recuerdan a la crítica aristotélica de la idea de Bien platónica, que de tan perfecta que pretende ser cae en una completa y total vacuidad. Toda verdad precisa ser enunciada y, en cuanto tal, definida. A través de la definición es cuando hay cabida para el error y la toma de postura (la pesadilla del moderadito). Ya no cabe aquello del «comprendo a unos y otros» cuando se le pregunta «bueno, pero ¿usted qué piensa?» Habrá que recordar lo que dice Aristóteles antes de su crítica a la idea de Bien: «Platón es amigo, pero más amigos somos de la verdad». Si no, acabarán diciendo de nosotros lo que las chicas del Cell Block Tango cantaban: se lo tenían merecido.
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