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renglones torcidos

Ligar con mujeres

La parte –no sé si divertida– de todo esto del constructor es que al final pensó que estaba tratando de ligar con él

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Mariona Gumpert

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Llevo casi una década viviendo en municipios alejados de ciudades que son, además, pequeñas. Desde entonces tengo incorporada una feliz rutina que roza lo ritual. Siempre he sido la única del edificio o la calle que trabaja desde casa, por lo que me llegan cartas y paquetes con frecuencia, propios o ajenos ... . No ha habido semana en todos estos años en la que no hayan llamado a mi puerta a entregarme algo. La primera vez que me llegó uno me despedí en automático, costumbre adquirida, con un «muchas gracias, que tenga usted buen día». Esto mirando a los ojos de la persona que me dirigía, por supuesto. Se le mudó el gesto. Primero la sorpresa y después la alegría sustituyeron a las prisas casi funcionariales de quienes tienen que faenar rápido y de cara al público. Desde entonces disfruto del momento de tratar a una persona como lo que es: una persona. No un cartero. Ni fontanero, ni electricista. Tampoco un 'constructor', que es como llaman en Inglaterra al 'manitas' que te envía la agencia de alquiler cuando algo se rompe.

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