Verano nivel Dios

En estos tiempos en que el Apocalipsis parece haberse suscrito a la tarifa plana, la novela de Enrique Jardiel Poncela deja de ser simplemente una sátira brillante para convertirse en una especie de manual profético con toque de comedia divina. Y es que si algo tiene 'La tournée de Dios' es esa mezcla perfecta de ironía y belleza, como si el propio Dios hubiera dicho: «Voy a daros una señal… pero con estilo».

¿Y qué mejor escena para capturar el espíritu de este verano que aquella gloriosa convocatoria en la Torre de Pisa? Ese instante en que los incrédulos, siempre tan previsores, se colocan en el lado supuestamente más seguro. Lo demás, ya lo sabéis: Dios, que no está para juegos, les concede la prueba de su poder... y la torre cae justo encima de ellos. Una parábola perfecta para estos tiempos: cuidado con creerte a salvo solo porque te lo dijeron en un artículo o lo leíste en un foro de expatriados. La torre, como la realidad, siempre se inclina hacia donde más pesa la soberbia.

Por eso, quiero (lo voy a intentar, al amenos) que esta columna –y estas semanas de agosto– sean un poco esa torre de Pisa: inestable, peligrosamente hermosa. Un lugar desde el que mirar el mundo, aunque sepamos que se tambalea. No se trata de buscar sentido, sino de encontrar el ángulo más poético del derrumbe. Porque si vamos a fundirnos, que al menos sea con elegancia. Que no nos coja el Apocalipsis con la maleta sin hacer.

Así que bienvenidos a 'La tournée de Dios', la única guía de viajes que promete sorpresas sísmicas y revelaciones frescas cada semana. No traigáis mapas. Este verano, lo sagrado es dejarse caer.