TIRO AL AIRE

Las viejas del visillo digital

Es llamativo que, frente a según qué niveles de trapicheos y tejemanejes, no se hayan tomado suficientes precauciones

Ni agua

Que no quedan marujas…

De adolescente le tuve bastante respeto a la figura de la vieja del visillo. Podía ver cosas que no querías que se supieran. Las primeras caladas furtivas alejadas de bullicio, los besos más novatos en un callejón oscuro… pero también podían enterarse de asuntos menos ... románticos como transacciones poco legales y peleas nocturnas. Aquellas señoras, tras sus ventanas o sus persianas –ellas estaban en sus casas–, eran auténticas cámaras de vigilancia del pueblo cuando éstas aún no estaban extendidas. Para asuntos turbios de verdad, no descarto que la Guardia Civil estuviera compinchada con alguna de aquellas mujeres (u hombres). En lo que a mí podría preocuparme la existencia de estos espías de la calle, el mejor consejo me lo dio mi madre: «Lo que no quieras que se sepa, no lo hagas». Dos pájaros con una sola frase.

Me acuerdo de la advertencia al ver y escuchar vídeos y audios que destapan comportamientos mafiosillos estos días. No me chirrían las expresiones, ni las manipulaciones. Aquí hemos visto todos las películas. Sí me sorprende que esto se siga haciendo con tanto descaro y, por eso, lo que más me cortocircuita es que sus artífices dejaran tanto rastro. Peco de considerar a los malos más inteligentes. En serio, ¿un Zoom te pareció buena idea? ¿No te pensaste antes lo de mandar aquel wasap?

Demasiado llamativo que, frente a según qué niveles de trapicheos y tejemanejes –noten el tono contenido de mis palabras–, no se hayan tomado suficientes precauciones para evitar cualquier tipo de filtración. Pero ahí es justo cuando vuelvo al consejo de mi madre. En esta sociedad tecnológica, como en los callejones oscuros del pueblo, la única forma de que no se sepa lo que haces es no haciéndolo. Seguro que es lo primero que piensan estos días algunos cuando se ven en la prensa. De poco les sirve arrepentirse. Supongo que de ahí las amenazas de denuncia contra quien publica.

Si Sherlock Holmes rebuscaba en la basura para encontrar pruebas en sus casos, hoy los investigadores tienen un 'container' infinito en videoconferencias, llamadas y wasaps. Por eso hay quien intenta borrarlos.

Pero ocurre que hoy las viejas del visillo están por todas partes. Grabando. Compartiendo nuestras 'apps'. Con cámaras por todas partes. Viendo la vida que pasa por delante de su puerta.

Nunca supe de ninguna señora del visillo que, en mi adolescencia, se fuera de la lengua y cantara lo que no debía. Eso sí, me contaron una vez que una, muy preocupada por lo que vio una noche con un chico, advirtió a su familia. Creo que aún se lo están agradeciendo. Tiene pinta de que nos va a pasar lo mismo con algunas de las filtraciones que estos días nos hablan de los callejones más oscuros del Gobierno. Para que luego digan que las viejas del visillo –también las digitales– no cumplen función alguna.

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