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TIRO AL AIRE

Las viejas del visillo digital

Es llamativo que, frente a según qué niveles de trapicheos y tejemanejes, no se hayan tomado suficientes precauciones

Ni agua

Que no quedan marujas…

María José Fuenteálamo

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De adolescente le tuve bastante respeto a la figura de la vieja del visillo. Podía ver cosas que no querías que se supieran. Las primeras caladas furtivas alejadas de bullicio, los besos más novatos en un callejón oscuro… pero también podían enterarse de asuntos menos ... románticos como transacciones poco legales y peleas nocturnas. Aquellas señoras, tras sus ventanas o sus persianas –ellas estaban en sus casas–, eran auténticas cámaras de vigilancia del pueblo cuando éstas aún no estaban extendidas. Para asuntos turbios de verdad, no descarto que la Guardia Civil estuviera compinchada con alguna de aquellas mujeres (u hombres). En lo que a mí podría preocuparme la existencia de estos espías de la calle, el mejor consejo me lo dio mi madre: «Lo que no quieras que se sepa, no lo hagas». Dos pájaros con una sola frase.

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