Tiro al aire
El triunfo de la Puigdesfera
Sánchez se había malacostumbrado a que siempre le dieran la razón, que no es lo mismo que tenerla
Emiliano se da a la fuga (25/1/2024)
Y Cristóbal Colón era catalán (23/1/24)
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Iniciar sesiónPuigdemont está por encima de Sánchez y así se lo ha hecho saber al presidente con su no a la ley de amnistía. 'Te tienes que esmerar más, Pedro. Así no me sirves, lacayo', le ha dicho desde la distancia.
A miles de kilómetros, ... el fugado le ha doblado las rodillas al que debía ser el máximo representante del Estado español. Sánchez lloriqueaba estos días porque se sentía víctima de la fachosfera cuando de lo que es víctima es de la Puigdesfera.
A partir de ahora puede seguir apareciendo muy tieso y con los trajes bien cortados y planchados, hasta con una sonrisa de oreja a oreja, pero ya será siempre un presidente doblegado por un condenado. El hombre que bajó la cabeza. El presidente que no supo defender el Estado. Con su inicial ausencia en el Congreso este miércoles permitió que se difamara a los jueces en el altar de la democracia. Tuvo su recompensa al votar a favor de una amnistía que el futuro amnistiado le tiró a la cara.
No pudieron imaginar jamás los padres de la Constitución Española que un sólo hombre vendería tan barato y en sólo seis meses nuestro sistema judicial. Menos, que ese hombre se diría del PSOE. Menos aún, que lo haría a cambio de tal vergüenza.
Tampoco Sánchez sabe aún lo que ha hecho. Y sin embargo, a nadie que haya seguido la votación de la ley de amnistía le queda ya ninguna duda. Pedro Sánchez ha aceptado sin rechistar que le dijeran que no preside un país democrático, sino una dictadura. Que en España no hay equilibrio de los tres poderes, sino un Estado de «jueces prevaricadores que están fabulando continuamente». Jueces que tienen nombres y apellidos y que fueron repetidamente señalados con el dedo acusador de sus señorías sin una sola llamada de atención. Sánchez está de acuerdo y por eso se unió al pleno cuando las intervenciones habían finalizado. Para no tener que contradecir a sus socios. Para no verse en la obligación de defender a su país. Con tal escenificación dejó claro que se conforma con lo que le diga Junts. Y ése es el triunfo de Puigdemont: la humillación del Estado ante el silencio del PSOE. (No, Bolaños, no vale salir a defender después a los jueces).
Sánchez se había malacostumbrado a que siempre le dieran la razón, que no es lo mismo que tenerla. Pero es lo que tiene ser el jefe, el que paga las nóminas, el que pone y quita las sillas. Vive, o vivía, en su propia fachosfera: yo soy el señor, yo ordeno y mando y pobre del que me tosa… Hasta que ha tosido el señor Puigdemont.
Mañana será otro día y el sanchismo volverá a levantarse pidiendo «que no gobierne la derecha». Será una petición en vano. Desde las seis de la tarde del 30 de enero de 2024 todo el mundo sabe que los pasos que le quedan serán los que le permita dar la derecha… de Junts. Pues eso, presidente, bienvenido a la Puigdesfera. A ver qué hacemos ahora.
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