Querida Clara

Desde que te fuiste, también te quiero hablar de lo bueno, se han sumado miles. Hasta una banquera relevante ha dicho públicamente que es feminista. Le llovió de todo. Ante ella es inevitable pensar en Lerner y su origen del feminismo en el que incluye a «monjas, viudas e hijas únicas». Por lo de mandar sobre su dinero. Seguro que os veis, cuéntaselo. Hay millones de avances más. Nacer hoy mujer en España es una maravilla comparado con otros tiempos y otros enclaves como Irán o Afganistán. Hay quién pregunta con retintín que por qué no van allí las feministas. La escritora irlandesa Edna O'Brien decía: «Armas, a veces las mujeres necesitamos armas». De Afganistán salió hasta el Ejército. Hoy quedan grupos, incluidas activistas feministas españolas, con contactos, que siguen trayendo afganas. Son tus herederas, Clara. Muchas, demasiadas, están como tú. Sin partido. Pero siguen trabajando y con objetivos. Entre ellos, a diez años vista, y coincidirá con el centenario de tu triunfo, corregir estos pasitos atrás que no hacen sino estropear la convivencia. No nos olvidamos. De eso iba esto, de convivir, de incluir. No de ruido. Aunque a veces, hay que hacerlo.

Y muchísimas, demasiadas, están como tú, ¿recuerdas? Sin partido. Se sienten huérfanas, pero siguen trabajando y marcándose objetivos. Entre ellos, a 10 años vista, y así coincidirá con el centenario de tu triunfo, corregir estos pasitos para atrás que no hacen sino estropear la convivencia. No nos olvidamos. De eso iba esto, de convivir, de incluir, de festejar. No de ruido. Aunque a veces, hay que hacerlo.