TIRO AL AIRE
Presidente y parte
Un día el mismísimo presidente de un país democrático aparece sin complejos buscando influir, vía carta o mitin, en un proceso judicial
Begoña en la carpa de Sánchez
La no ejemplaridad
A Cristina le llueven los mensajes privados por Instagram para que se ponga tal marca de vestidos, tal de pulseras... Unas ofertas traen género gratis; otras, compensación económica. Ella, periodista, se niega, porque, asegura, la mayoría de sus miles de seguidores lo son por el ... cargo que ocupa en su medio –privado– y no quiere usarlos para su rédito personal. A las demás sus remilgos nos dan igual, bromeamos con que un día dirá sí, y nosotras, por fin, tendremos una amiga 'influencer'. También lo seremos un poco: 'influencers' por persona interpuesta.
Hace poco descubrimos que nuestro sueño es similar al de muchos jóvenes españoles. Uno de cada tres quiere ser influencer según un estudio de la Fundación FAD Juventud. Según algunos baremos no es tan difícil: se considera que con 2.000 seguidores en determinadas redes sociales ya lo eres. El 20 por ciento de los españoles ya está ahí. Sólo nos supera Italia.
Lejos de alegrarme de que por fin una generación pueda cumplir fácilmente sus planes de futuro, me asaltan las contradicciones. Igual mucha gente que es 'influencer' no lo sabe. O lo sabe y disimula. ¡Qué sibilino, ser 'influencer' y negarlo! Por eso las redes sociales quieren obligar a que se vea claro qué contenido va patrocinado. Regulación para desenmascarar al 'influencer'. Aunque un poco sin sentido en esta vida que a veces no es otra cosa que un gran 'scalextric' de tráfico de influencias. A quién conoces, qué apellido tienes, con quién te mueves…
La paradoja es que el Código Penal español recoge un delito de tráfico de influencias. Busca poner orden en lo de todos. Se refiere al tráfico de influencias en el ámbito público, en la contratación con la Administración y las decisiones de los funcionarios. La regla parece fácil. Pero, dado que hoy lo público es el mercado de los mercados, todo se complica. ¿Qué empresa no trata hoy con la Administración?
En la Universidad, pública o privada, nadie se extraña si le piden una carta de recomendación, ese vehículo de influencia con licencia para circular. Al final, uno se acostumbra y la misma lógica puede llevarlo a firmarla también para influir en una contratación con la Administración. Hábito o descuido, qué delgada línea.
Les pasa a los políticos, todo el día recomendando esto frente a lo otro, pidiendo el voto. Ejerciendo de 'influencers'. Tanto que un día el mismísimo presidente de un país democrático aparece sin complejos buscando influir, vía carta o mitin, en un proceso judicial llevado por funcionarios. Utilizando en su beneficio personal –o familiar– su poder de gran 'influencer'. Presidente y parte. Luego que si la ética de los periodistas. No se imagina Sánchez la cantidad de gente que, como mi amiga Cristina, jamás se aprovecharía de su cargo. Y todos esos jóvenes que sueñan con ser 'influencers' saben de lo que estamos hablando.