TIRO AL AIRE

Un pico de nada

Que la Justicia se lo tenga que recordar a algunos quizá hiera el honor, el amor propio de algunos, pero en realidad, sólo puede hacernos mejores

Euroacomplejados

¿Y si es una venganza de Montero?

Según los que saben de los ingresos de Luis Rubiales, éste ganaba pasta a espuertas. Y sin embargo, no importan los ceros que acumulen sus cuentas corrientes. Los 10.800 euros a los que ha sido condenado por el beso a Jenni Hermoso le ... van a doler como si fueran millones. Le mando ánimo desde aquí: «Venga, Luis, ¿qué son más de 10.000 euros para ti? Un pico de nada». Vale. Lo siento. La expresión no le va a servir de consuelo como no le ha servido de defensa.

Porque, de ser cierto lo de las cifras, a Rubiales aquí no le va a doler el dinero de la condena. Lo que le va a escocer es el honor propio. Que el juez haya creído a Hermoso y no a él, considerado probado que no hubo consentimiento y, por tanto, lo haya condenado por agresión sexual. Menos mal que era un pico de nada.

Lo del honor dolido, desde lo del beso, lo llevo viendo bastante. Se asoma en la expresión de ese tipo al que conoces poco o nada que te mira, haciéndose la víctima, dudando entre los dos besos o la mano, tus hombros y tu cintura, y te dice «es que ahora ya no se puede hacer nada». Perdonen que diga tipos pero nunca se lo he escuchado a una mujer.

Los del «no se puede hacer nada» son casi los mismos plañideros del «ahora ya no se os puede decir nada». Que quiere decir «ya no podemos haceros nada» o «no podemos deciros nada». Y lo que me alegro. Pero me muerdo la lengua. Tengo una amiga que dice que no, que no hay que mordérsela. Al revés, hay que celebrarla con un «y menos mal». Lo cierto es que yo también idolatro la frase. Nos ahorramos toqueteos, tonterías y picos de nada que luego, ya ven, te pueden salir por un ojo de la cara, digo por un pico de nada. Si eres Rubiales, claro.

La condena de la Audiencia Nacional a Rubiales por el beso –aún recurrible– no viene a confirmar que ya no se puede hacer nada. Viene a confirmar que no se puede hacer nada sin nuestro consentimiento. Que nosotras también contamos. A algunos, en su amor propio colectivo herido, les puede parecer una lástima. Pero la lástima es que lo haya tenido que decir un juez. En cualquier caso, no deja de ser una forma estupenda de confirmar que besar es un arte. Una conversación con el otro. Un diálogo. No un monólogo.

Que la Justicia se lo tenga que recordar a algunos quizá hiera el honor, el amor propio de algunos, pero en realidad, sólo puede hacernos mejores.

Aunque se hayan quedado fuera las coacciones, supongo que Jenni Hermoso y los suyos habrán celebrado la sentencia con alegría y probablemente con besos. Consentidos. El de Rubiales empañó la celebración del Mundial. La sentencia viene a devolverle algo de brillo al momento. Es el golazo en diferido de un equipo de mujeres que nos ha hecho ganar más de lo que imaginábamos. Desde aquí, les mandamos un beso. Si lo quieren, claro.

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