TIRO AL AIRE
Por qué Nadal e Iniesta se retiran y los políticos no
Hay que tener mucha deportividad para dar ese paso, para reconocer que ya no tienes tanto músculo
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Iniciar sesiónEl mundo del deporte anda triste esta semana porque se retiran de lo suyo Nadal e Iniesta. Pero a la vez, el mundo del deporte festeja estas marchas porque irse es lo que estos dos grandes debían hacer. Esto es algo que los de ... deportes saben reconocer y aplaudir y que no tiene nada que ver con el «a rey muerto, rey puesto». Claro que vendrán otros y otras que ocuparán sus podios, pero no sus lugares. El esfuerzo y el talento de Iniesta y Nadal seguirán intactos. Eso no se lo quita nadie. Por eso se les aplaude desde la nostalgia de lo que fueron y desde el honor de haber compartido tiempos con ellos. Pero se les ensalza también por lo que son, dos jóvenes triunfadores a los que les queda toda una vida por delante vinculada, seguramente, a sus deportes.
A Iniesta y a Nadal se les despide desde la grandeza de la alta competición pero también desde lo humano. Porque a los dos, tipos nacidos en los 80 que rondan los 40, los hemos visto sufrir en directo. A pesar de la discreción de ambos y de la protección de su hábitat de élite, representan una nueva –aún tímida– generación de deportistas que se han dejado ver llorar. Los dos se han bajado de sus altares para reconocerse humanos doloridos. El relato de la depresión de Iniesta fue un gol social con tanto peso como el que nos dio el mundial de Sudáfrica. El llanto de Nadal despidiendo a Federer –ambos cogidos de la mano– en Londres 2022, reconociendo, a la vez, su padecimiento por el ingreso de su mujer Mery durante el embarazo, un Grand Slam emocional.
Iniesta y Nadal ya no son lo que eran. Por eso se van, porque su tiempo de grandes triunfos pasó. Aunque también podrían quedarse. Podrían seguir en sus hierbas y campos, quizá en segunda línea viviendo de las rentas, una competición por aquí, otra por allí… Manteniendo, a la vez, muchos empleos a su cargo. No les faltarían fans ni patrocinadores.
Es cierto que es precisamente porque lo han sido todo en lo suyo pueden despedirse con la cabeza bien alta. Ya no tienen nada que demostrar. Pero dimitir de la primera línea también sabe algo amargo. Reconocer que ya está. Que hasta aquí.
Fíjense si es difícil que hemos visto pocos políticos que lo hagan. Al contrario, se aferran al campo, a los fans incondicionales y al caer culpan a los oponentes y al sistema. Exprimen a sus patrocinadores. No reconocen nunca que su tiempo se emborrona. Que es momento de que prueben otros, de que triunfen otros. Hay que tener mucha deportividad para dar ese paso, para reconocer que ya no tienes tanto músculo, que tus lesiones son irreversibles y que no hay opción de ganar sin parches.
Debe ser que en política hay mucho pánico al rey muerto, rey puesto. O al no tener donde ir. O a lo mejor no es más que miedo a que se destape la falta de talento y de esfuerzo. Igual por eso al aferrarse a toda costa lo llaman resistencia y no grandeza.
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