TIRO AL AIRE
Medallas, sospechas y algo más
El deporte, y por eso es un invento humano, tiene reglas, cada uno las suyas, para que el juego sea juego y además sea limpio y justo
Hoy me avergüenzo de España
El conciertazo
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Iniciar sesiónEn 2016, la ministra de Deportes francesa acusó a Rafa Nadal de dopaje. Al año siguiente, fue condenada por difamación. El tenista acudió a los tribunales harto de las sospechas que los galos, incluidos los guiñoles que lo representaron con una jeringuilla, vertían sobre ... él. Más que dinero –la sentencia judicial condenó a la política a pagar 10.000 euros al mallorquín–, lo que consiguió el tenista fue limpiar su nombre. Que quedara claro que no hacía trampas, que no había tongo, que no se inyectaba, yo que sé, testosterona. Hacerlo es dopaje. Rafa quería que se supiera de forma planetaria que el suyo era un juego limpio que se ajustaba a las normas del deporte. Normas siempre artificiales.
Porque el deporte es una de las grandes actividades artificiales del ser humano. Los animales no juegan al fútbol, ni al bádminton. Tampoco compiten al atletismo ni al boxeo, aunque los haya más veloces y mejores luchadores que nosotros. El deporte, y por eso es un invento humano, tiene reglas, cada uno las suyas, para que el juego sea juego y además sea limpio y justo. Para que exista igualdad de armas. Para que los participantes no se beneficien de la desigualdad, porque entonces ¿dónde está el partido, el mérito mismo de ganar? Se regula el peso, la nacionalidad, la edad, las categorías. En el fútbol se ha inventado el fuera de juego. Ha tenido que llegar la tecnología, y ni con esas, para resolver las polémicas que crea.
Pero en tiempos de VAR, de análisis infinitos antidopaje, se pregunta el COI, ¿cómo saber a ciencia cierta el sexo de un deportista? No hay revisión de sexo ante la duda. ¿Intersexuales? Lo que diga el pasaporte, no va a ponerse el COI con más normas. Y así, ni caso a la Asociación Internacional de Boxeo que afirma que dos de los oro en boxeo femenino de este verano son hombres.
Dice la ONU que la verdadera igualdad entre hombres y mujeres llegará en 300 años, pero el COI ha encontrado el atajo. Sus olimpiadas ya son igualitarias. ¿Hay mayor igualdad que no poder comprobar el sexo? El próximo paso será eliminar la categoría femenina. Y así se vuelve al verdadero origen de las Olimpiadas. El barón de Coubertin, fundador de los Juegos Modernos, estaba –como los griegos antiguos– en contra de que las mujeres compitieran. Poco estético. Así lo dejó dicho: «Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas».
No sé si los oros en duda se atreverán, como sí hizo Rafa Nadal, a llevar a quienes sospechan de trampas a los tribunales. A eso sólo se atreve quien no tiene nada que perder, pero de verdad, no quien se aferra a una medalla o a un cargo del COI. Menos aún si perder tal 'status' significa desobedecer a Coubertin y tener que coronar a una mujer con guirnaldas.
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