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Si ganara Feijóo...
En otros países, la pregunta de si lo hace el que más votos tiene o el que más pactos logra se soluciona con una segunda vuelta
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Si usted cierra los ojos, no importa a quién haya votado, seguro que se le ocurre algo rápido tras la frase que hace de titular. 'Si ganara Feijóo…' pasará esto o aquello. Como ese juego infantil, o no sólo, de '¿Qué te llevarías a una ... isla desierta?'. Es un ejercicio mental, compartido, en el que desvelamos necesidades y deseos desde esa plena confianza de que nunca nos veremos atrapados en tal lugar. El juego suele decir mucho del que habla. De nuestros anhelos a nuestras fobias. El periplo para algunos sería un sueño hecho realidad; para otros, su peor pesadilla. Ambas situaciones –isla o gobierno del PP– pueden parecernos imposibles aunque, en hundimientos marítimos no estoy puesta, en política siempre puede pasar de todo.
Feijóo se ha agarrado a esa tabla. Cualquiera diría que él no tiene miedo y no hablo de gobernar que eso ya lo ha dicho él, sino de terminar en una isla desierta. Aunque no se sabe si es porque ya ha asumido que está en una y se ha resignado o está dispuesto a bracear hasta el infinito para dejar atrás ese aislamiento. En cualquier caso, nunca un náufrago tuvo tantos votos, pero para qué le sirven. El desterrado Casado seguro que también se lo pregunta, aunque con otro tono.
Como ahora muchos debates son lingüísticos –no por el uso de las lenguas, que también–, sino por el significado o resignificado o vaciado de significado, de las palabras, ustedes igual que yo se han visto estas últimas semanas en esa conversación de ¿qué es ganar unas elecciones?. El juego de palabras del verano.
En otros países, la pregunta de si lo hace el que más votos tiene o el que más pactos logra se soluciona con una segunda vuelta. Una forma bastante más ecuánime, un desempate plural. Un 'aquí contamos –jugamos– todos' con pactos vistos antes de las urnas. Justo lo contrario a la tendencia actual en la política articulada en demandas por colectivos. Pobre del partido que hable por mayorías de españoles, qué risa, ¿qué está pidiendo éste?, se cuestionan algunos. Si hasta en el PSOE se están barajando aligerar el nombre y dejar caer la E.
Ante la pregunta de qué necesitan los españoles, la respuesta empieza a ser que los españoles no existen. Han pasado de criticar que Feijóo no hable inglés a lamentar que muchos españoles hablen sólo español. Eso deja al gallego en tablas con Sánchez: el socialista habla inglés y el popular gallego y aun así, ya han visto, no se entienden ni en la lengua que dominan los dos. Nadie cree que la solución pase por mandarles a una isla desierta con un diccionario. Como si quisieran entenderse.
El que más miedo tiene al 'Si Feijóo ganara…' ya saben quién es. Y, ya han visto, cada vez se maneja mejor en el juego. No porque domine las reglas, sino porque ha entendido que la única forma de no terminar en una isla desierta es adaptarlas a lo que exigen otros. Y ahí no hay juego de palabras.