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TIRO AL AIRE

Elogio a la morcilla

El cordero y el marisco le ponen glamur a la mesa, pero quizá la humilde morcilla nos acerca mucho más a lo que estamos celebrando

La señora Pelicot

Comer normas

María José Fuenteálamo

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Hubo una vez que la 'Vogue' tituló que la morcilla era un superalimento. No me creo la etiqueta en cuestión, pero al leerlo se me escapó un gritito de orgullo y satisfacción. Por supuesto, reenvié el enlace a mis amigas de la adolescencia, aquellas ... que me vieron pedir morcilla todas y cada una de nuestras cenas de sábado noche. La verdad es que no todos los días uno de tus bocados preferidos se gana su espacio en la Biblia de la moda. Tampoco es que haya que comer por tendencias, ni tragarse lo de los alimentos mágicos –¿se acuerdan de aquellas bayas rojas?–, pero me pareció muy bonito que la modesta morcilla, denostada durante años como un embutido de segunda –siempre por detrás del chorizo y el salchichón–, pudiera disfrutar de su pódium alimenticio durante el breve instante que duran los titulares 'online' de nuestro mundo de clics. Porque no pasó de eso. El asunto de la morcilla 'superfood' fue un destello pasajero que por no calar no se hizo ni viral –hubo algo de discusión en Gran Bretaña– y el negro manjar especiado volvió al ostracismo al que había sido condenado por otros bocados. Serán muchos pero yo sospecho de un par en concreto. En primer lugar, de la alcachofa. Hay una secta pro alcachofa, fíjense la próxima vez que alguien las pida: los demás se miran entre ellos con una sonrisa cómplice. Luego está el hummus. «En Madrid durante mucho tiempo los sitios no eran nada si no lo tenían en su carta», me dijo una amiga que sabe de gastronomía. Habrá más, pero también los ignoro al pedir.

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