TIRO AL AIRE

Fui a un cole de monjas, ¿qué os pasa?

La fe, la católica, la de la única religión que conozco –quizás otras también, no las he probado– cobija

El PP hace un 'gentleman' de Sánchez

María de Extremadura: el regreso

A finales de mis 20, recuperé un día la cadena con la Virgen María de mi primera comunión. Por entonces, en bisutería, eran tendencia las calaveras. En una comida con periodistas, una colega me exhortó como alma llevada por el diablo: «¿Eso es una Virrrrrrrgen???». ... Creo que le hubiera escandalizado menos –nada– cualquier versión de la Jolly Roger. No le había visto yo el punto rebelde a mi medallita. Durante los meses siguientes, no me la descolgué. Qué fácil sentirme 'punky'. Eso que por entonces no iba mucho a misa. Debe de andar guardada en el joyero. A ver si la busco, que dicen los cazadores de tendencias que ahora es 'trending'… Venga ya.

Suelo desconfiar de la energía de los conversos. No de la persona en sí –todos lo somos en algún ámbito– pero sí de la fuerza mística de la que se reviste su eureka. La del neocatólico me intriga. Miro desde la distancia que el conocimiento me permite. No voy de erudita, sólo acumulo Biblia. Arrastro catequesis, canciones en latín, campamentos católicos y coles de monjas varios: internado y colegio mayor. No sigo, que puedo parecer exótica. ¿Nos verán así a los nativos criados en el seno de la Iglesia?, ¿como aborígenes de una tribu que se creía extinguida? Mira, si se saben el padrenuestro sin Google. Y, ¡cuántos son!

Residimos aquí desde el principio junto a las iglesias, la imaginería, los corazones sangrientos y las procesiones. ¿Estábamos a la moda y no lo sabíamos? Quizá sólo somos como quien nunca deja de vestir gris marengo. Unos años el color inunda los escaparates. 'Old money', 'old religion'. Otros no.

Como de los conversos, desconfío de las modas. Se ve el negocio. El 'boom' sin freno –ojo al puritanismo, me advierte una amiga–. Lo que no quita que las tendencias nos digan mucho sobre lo que somos. De serie nos viene la necesidad de sentirnos parte de algo más. Porque lo somos. De ahí, lo de seguirlas –las tendencias–. Pero, hoy, ¿están más 'in' quienes se suben al carro de la fe 3.0 o quienes no se han bajado de la versión 'vintage'? Da igual.

La Iglesia no lo pregunta. Acoge igual al neófito, al hijo pródigo y a la oveja descarriada. También lo sé por experiencia. Como hija de mi tiempo, pendulo: a veces, a favor; a veces, en contra. Dudas, a todas horas. A hacerme preguntas, también sobre la fe, o sobre todo sobre la fe, me enseñaron algunas monjas. Pero en mis épocas más oscuras como en las más dulces, en el pedir y en el agradecer, siempre emerge mi mayor arraigo. La fe, la católica, la de la única religión que conozco –quizás otras también, no las he probado– cobija. No importa cuando leas esto. Entonces, ¿cómo va a ser la religión una moda si la moda pasa? Sí, pero también es cultura. Somos hijos de la herencia judeocristiana. A veces, cuando no se puede experimentar más afuera, sólo queda volver al origen. Bienvenidos. Y a ver si dejamos de colgarnos tanta medallita contracultural.

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