TIRO AL AIRE

Chomsky no murió y esto tampoco

Salvo que el navegante se maneje con comandos avanzados de búsqueda, hoy es más fácil desnortarse en Google que nunca

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Las máquinas ya son como los humanos. Desordenadas, liantas, mentirosas… ¿No me creen? Pídanle al buscador de buscadores una noticia de algo viejo, antiguo. No sé, del mes pasado. Ya verán qué jaleo, qué 'totum revolutum'. Sostengo que fue en la pandemia cuando ese buscador ... dejó de ser una herramienta más o menos precisa, más o menos útil. Ante el barullo de normativas –aquí se sale, allí no–, Google añadía un símbolo de alerta (el triángulo amarillo) al lado de cada información sobre el tema, aconsejando que se comprobara la regulación según la comunidad. Actualmente, ante muchas búsquedas, podría mantener el pictograma de peligro y decir «acuda también a otra fuente».

Salvo que el navegante se maneje con comandos avanzados de búsqueda, hoy es más fácil desnortarse en Google que nunca. Sus criterios son como el aire: lo comercial se mezcla con lo noticioso, se prima lo último a lo certero y, así, con tanta ola, uno se marea.

El declive de Google explica el vertiginoso y cacareado auge de las inteligencias artificiales. Pero aunque algunas hacen cosas estupendas, como 'app' especializadas, he conocido un par de 'chats' con letras que inventan que no vean. En esas conversaciones –¿falsas?– me han dado sustos de muerte, como que la tesis en la que trabajo en la Universidad ya está publicada. Microinfartaba mientras rascaba en las bases de datos a ver si era así. Y no. Cada vez conozco más gente que sólo bucea en webs oficiales y bibliotecas institucionales.

Así llegamos a esta semana. Las redes sociales –sí, pero, ¿quién o quiénes en ellas?– dijeron que Noam Chomsky había fallecido y tantos, con ese buenista afán de pésame, empezamos a despedirnos del lingüista. Pero, a la vez, con el rabillo del ojo en multipantalla rastreábamos los periódicos a ver si lo ratificaban.

Seremos animales tecnológicos enganchados al reaccionar aquí y ahora, pero como humanos socializados en la era de la información aún sabemos dónde están las noticias contrastadas. Las pasadas por el tamiz de las fuentes. Aun con el «esto no lo leerá en los periódicos», o justo por eso, los leemos. Por costumbre, por nostalgia, por lo que sea, que puede ser, incluso, burlarnos de que son lentos. Como abuelos en la 'app' del banco.

Pero los periódicos fueron bastante más cautos que las redes ante el rumor de la muerte de Noam Chomsky. Porque ese día, justo ese, no había muerto. No hace falta que yo les diga lo que se puede extraer sobre las redes de este episodio. Yo vengo a regodearme por seguir creyendo en este sector en el que hay orden, jerarquía y respeto por la verdad. También me alegro de que Chomsky no muriera. Morirá. Como todos. Y aquí continuarán los periódicos. Seguirán siendo el buscador más creíble al que acudir. Porque habremos perdido la batalla de la velocidad pero, gracias a Chomsky, hemos ganado la de la fiabilidad. Certificamos así que esto es inmortal.

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