TIRO AL AIRE
Biden tiene la edad de mi padre
Parece inexplicable que Estados Unidos haya llegado a esta situación. Aunque la verdad, ya no nos asombramos de casi nada
¿Un pacto de caballeros?
La culpa va a ser de Gaudí
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Iniciar sesiónJoe Biden y mi padre se llevan un mes. Los dos son cosecha del 42. Aunque mi padre es bastante más guapo, eso es un hecho objetivo. Pero no sabría decirles cuál de los dos ha llegado más lejos en la vida. Tampoco me la juego apostando cuál está más lúcido ... o posee una fuerza de voluntad más férrea. Por contarles un detalle, les diré que al mío el año pasado le amputaron una pierna y el señor ya se maneja con una ortopédica –robótica, como dice su nieta–. No es que yo no confiara en que no volviera a caminar, pero no veía la necesidad dado lo bien que se auto gestiona con su silla de ruedas. Hay gente que está hecha de una materia especial. Son ese tipo de personas a las que dejarías al mando de una empresa, de un pueblo o hasta de un país en momentos difíciles. Personas a las que la edad no les frena, que no se asustan ante los retos por muy titánicos que sean. Precisamente, seguir luchando en primera línea les mantiene más vivos. Supongo que eso es lo que le pasa a Joe Biden.
Que el de Pensilvania tenga problemillas de cabeza no tendría por qué invalidarle para repetir como presidente. ¡Con los dirigentes que hay por el mundo aquejados de males peores! La mayoría también de cabeza. La cuestión aquí es que el origen de sus errores, olvidos y descuidos está claro y, encima, no es político. Es físico y mental. Se lo ha gritado el 'New York Times' sin complejos. Nos cuentan que se comenta a todas horas en la calle. Por eso, incluso a quienes nos pilla muy lejos no nos queda sino preguntarnos: ¿Se lo ha dicho alguien ya abiertamente? ¿Sus asesores? ¿Sus subordinados en el partido? ¿O no quieren ser acusados de edadismo? ¿Temen, acaso, la ira de un solo hombre?
Parece inexplicable que Estados Unidos haya llegado a esta situación. Aunque la verdad, ya no nos asombramos de casi nada. La escena es esta: un anciano con problemas reconocibles de anciano y un condenado por la justicia compiten por repetir en la Casa Blanca. Un guionista de Hollywood pone tal duelo sobre el papel hace treinta años y lo mandan al departamento de comedias. Billy Wilder, ¿dónde estás?
Lo que pasa es que, fuera de la ficción, no tiene gracia. Tampoco se la vemos los que habitamos al otro lado del Atlántico. Cada papel que se mueve en la Casa Blanca repercute en cómo se escribe el libro de Europa. No sé si toda esa gente que rodea a Biden no es lo bastante buena o no cobra lo suficiente como para abrirle los ojos al demócrata sobre la seriedad del asunto o el problema es que él ya no tiene capacidad para entenderlo.
Si mi padre dijera ahora que le gustaría presentarse a la alcaldía, yo intentaría disuadirlo. «Padre, ya no tienes edad», le diría. Si no me hiciera caso, yo sabría a quién llamar. Parece que los demócratas no. O sí, pero no quieren hacer esa llamada. Ellos sabrán cuál es su estrategia.
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