Suscribete a
ABC Premium

EL RETRANQUEO

El edredón de Liz

Empieza a ser desasosegante la percepción de que Europa no está pudiendo con su propia decadencia

Manuel Marín

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los profanos de los entresijos británicos descubrimos a Liz Truss un día bajándose del coche con una carcajada de boca abierta, mandíbula batiente y los ojos de quien convive con quince gatos en la cocina. La magia instantánea de un clic fotográfico la retrató como ... a cualquier triunfadora de la bonoloto enterada de su fortuna justo cuando iba al supermercado a por sosa cáustica para suelos difíciles. No cabía en sí de gozo, pero algo indicaba en su gestualidad que el parto ya venía de nalgas. Los británicos pasaron de un excéntrico ególatra que había perdido el control a base de charangas clandestinas en Downing Street, trenecito incluido, a una primera ministra con mirada inquietante, sonrisa de 'joker' y ademanes de doncella de mesa señorial.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia