el retranqueo
Cortarse las venas
No discrepes, sé adepto, baja la mirada ante el jefe, asume su capacidad omnipotente, y humíllate por pura autoprotección
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Iniciar sesiónSorprende la facilidad con la que uno pasa de ser un patriota ejemplar a un traidor rebelde, un disidente rencoroso, un mierda irrelevante al que nadie escucha. Junqueras, el 'botifler' de misa diaria en prisión, el iluminado que alcanzaba a contemplar desde su celda las ... concentraciones nocturnas de velas rojas, lazos amarillos y antorchitas inquisitivas, ha pasado de héroe a sumiso vergonzante, incapaz de mirar a los ojos a los suyos sin ser insultado. La izquierda del pragmatismo pactista, la el independentismo como negocio, no renta, y la muchedumbre te anula hasta que dejas de ser alguien, reducido a un mero número de militante desfasado sin dignidad. Otro prejubilado del rodillo. Alfonso Guerra, Jordi Sevilla, Ramón Jáuregui y demás mártires cancelados por traidores en este PSOE más largo que caballero, eran ayer patriotas del zapaterismo y pulsaban el botón verde del 'sí' a un estatuto que reconocía a Cataluña como nación. Cuando España era discutida y discutible, ellos asentían. Como Patxi López hoy, olvidando las lecciones que impartía a Sánchez sobre qué es o qué no una nación. Héroes de la pluralidad federalista antes, hoy son desertores. ¡Ay los tardíos ataques de coherencia!
No discrepes, sé adepto, baja la mirada ante el jefe, asume su capacidad omnipotente, y humíllate por pura autoprotección antes de que te humillen. Los ejercicios de dignidad son la excepción. Sobrada, se ríe Montero de Guerra desde la misma vicesecretaría general del PSOE que él ocupó. Quien se mueve sí sale en la foto porque con Guerra no ocurría, dice. Pero Montero oculta los cadáveres disidentes de las purgas sanchistas en un arcón del sótano. Hoy, la discrepancia te mutila en vida si no te mata. Las rebeliones colectivas frente a un líder errático solo ocurren en la Federación de Fútbol. Véase en Susana Díaz a la más ferviente sanchista en busca de resarcimiento moral y escaño caliente. Son los códigos vigentes de una sociología anómica, debilitada por el miedo a la marginación y por la resignación del aplauso cesarista. Se brama en los pasillos, en los despachos, en los bares. Cuestionamos nuestra propia coherencia por sometimiento, por cobardía, por una ética de saldo, porque pensar por libre se está prohibiendo, y así hasta que asumes que una autocracia latente te abandona en tu propio laberinto a la espera de que otros hagan el trabajo sucio por ti. Sánchez cambia de posición por intereses fácilmente visibles: él mismo. Al menos es coherente. Los demás que cambian de opinión pasan de patriotas complejos y plurales a traidores de principios y mercenarios contra las siglas. Vaya.
El mal es el relativismo intercambiable, las piezas reversibles, los puzles de dos caras. El mal son las sociedades que lo aceptan sin más automatismo que el desprecio por lo conseguido, y se maltratan como momias de una España en blanco y negro porque ahora derruir el andamiaje es toda una expresión del progreso huido en un maletero. Una sociedad que se desprotege a sí misma con la ceguera del cainismo ideológico solo puede vivir sojuzgada por sus propios miedos y el encefalograma plano. Lo que las leyes no prohíben puede prohibirlo la honestidad. Pero así acabó Séneca: no se palpó los testículos, sólo se cortó las venas.
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