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Iniciar sesiónEstá claro que Sánchez ha ordenado a sus trompeteros que se encaramen a los campanarios para que anuncien la venida apocalíptica de la extrema derecha. Quiere que sepamos que el bigote de Hitler redivivo asoma por el horizonte. Y que cada vez está más cerca. ... Y que cada vez es más fuerte. Ya no es sólo el sumando complementario que necesita Feijóo para aterrizar en Moncloa. Es mucho más que eso. Está a un suspiro de convertirse en la fuerza hegemónica del bloque de la oposición. El primer anuncio corrió a cargo de la encuesta de Iván Redondo, el antiguo estratega de cabecera de sanchismo: Vox está por delante del PP. El segundo lo ha dado Tezanos. Aunque su osadía predictiva no conoce límites, no se ha atrevido a llegar tan lejos como Redondo, pero casi. Lo más llamativo de la última entrega del CIS no es que los socialistas le saquen quince puntos a los populares, sino que Abascal esté a un suspiro de hacerse con la segunda posición. Sólo le faltan dos puntos para conseguirlo. Ha cruzado ya la frontera del empate técnico y la tendencia demoscópica hace temer lo peor. Los de Génova no paran de bajar y los émulos del Tercer Reich no paran de subir. Esa es, si lo entiendo bien, la almendra del mensaje que está poniendo en circulación la trompetería propagandística del poder. Naturalmente, en términos literales no hay quien se lo crea. No hay un solo sociólogo serio que avale esa tesis. Todas las proyecciones electorales que publican los institutos privados predicen que el bloque de la derecha cosechará con holgura la mayoría absoluta y que el PP duplicará –o casi– el número de escaños de Vox. Pero eso impide reconocer como cierto que, efectivamente, la tendencia empuja hacia arriba a Abascal y hacia abajo a Feijóo. Haría muy bien el jefe de la oposición en hacérselo mirar. De un tiempo a esta parte parece que no sabe por dónde le da el aire. Me temo que lo ha fiado casi todo a que los casos de corrupción vayan cociendo en su propia salsa al Gobierno, sin darse cuenta de que por ese camino no va a conseguir que Sánchez se achicharre mucho más. El castigo por las mangancias de Ábalos, Koldo y Santos Cerdán, orgías sexuales incluidas, ya está descontado. Los cautivos que sujetan el suelo del PSOE tienen claro que prefieren seguir votando a su partido, aunque sea con la nariz tapada, antes que permitir que los enemigos (la palabra adversario hace tiempo que dejó de usarse) se apoderen del BOE. Que nadie espere un desplome descomunal de la izquierda por mucho que los informes de la UCO sigan ilustrando la crónica de sus desmanes. Y por si eso fuera poco, los jóvenes que se estrenan en el censo tienen bastante claro que, en materia de regeneración, el PP no ofrece ninguna garantía. Su réprobo historial de indecencias le inhabilita para ofrecerse como modelo de ejemplaridad. Para ellos, los dos grandes partidos son parte de la misma mierda. Pincho de tortilla y caña a que si Feijóo no espabila, los trompeteros del apocalipsis no dejarán de darnos la matraca hasta que caiga el telón de la legislatura.
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