pincho de tortilla y caña
Las tres Españas
Me refiero a aquellos a quienes la política les interesa lo justo, que pasan olímpicamente de las divisas de las ganaderías
Estómago a prueba de bomba
La conspiración
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Iniciar sesiónYo creo que Machado se quedó corto cuando habló de las dos Españas. Es posible que él se refiriera, con aquella expresión, al enfrentamiento que venían protagonizando absolutistas y liberales desde principios del siglo XIX, y también es posible que el guerracivilismo posterior, vigente ... hasta nuestros días, haya justificado la vigencia del proverbio durante los casi cien años que han pasado desde que la acuñó. Sí, seguimos en dos trincheras: los rojos y los azules, los progres y los fachas, los que oyen la Ser y leen 'El País' y los que oyen la Cope y leen ABC. Es una manera de hablar, claro. Cada lector puede cambiar el nombre del medio a su conveniencia. La polarización es el pan nuestro de cada día. Jueces, empresarios, periodistas, policías, artistas y políticos circulan por la vida pública con el hierro de una ganadería marcado en la espalda. O son conservadores o son progresistas y cada cual se mueve en su redil como si estuviera vallado con cercos electrificados. Creo que esa es la percepción que tienen la mayoría de los ciudadanos del mundo en el que vivimos. Y muchos de ellos, en su conducta electoral, responden al mismo esquema. Da igual lo que hagan los míos, siempre será menos malo que lo que hagan los rivales. Esa es la caricatura de la política de bloques, la versión actualizada de la expresión machadiana. Pero el retrato sociológico no se acaba ahí. El poeta no contabilizó (tal vez porque en su época no existía) a una tercera España: la que mira con distancia la pugna maniquea entre los unos y los otros (Unamuno lo escribía con hache para rememorar la ferocidad de Atila) y busca el lado pragmático de las cosas. No me refiero al célebre bloque de centro, pequeño pero decisivo, que se atreve a desafiar las mallas electrificadas y cambia de urna con desenvoltura transversal por razones de interés político. Me refiero a aquellos a quienes la política les interesa lo justo, que pasan olímpicamente de las divisas de las ganaderías, y sólo responden a estímulos de bienestar material. Poco les importa la corrupción, el abuso de poder, la mentira o la degradación institucional mientras las cosas, en su día a día, les vayan razonablemente bien. Mientras tengan trabajo, los precios no se disparen, puedan ir al bar de la esquina y tengan unos días de vacaciones (es decir, mientras no haya una crisis que ponga patas arriba su estabilidad cotidiana), no encuentran motivos para apretar el botón de la alternancia. Por eso están las encuestas tan enquistadas como están. Nunca el PP ha desplazado al PSOE del Gobierno sin un clima de crisis económica profunda. Pasó en el 96 y en 2011. Otra cosa distinta es la reacción del electorado una vez que el poder cambia de manos. Se produce entonces lo que los sociólogos llaman 'efecto luna de miel': todo el apoyo necesario a los recién llegados, aunque no fueran sus preferidos, para que puedan garantizar que haya comida en la mesa. 'Primum vívere, dehinde votare'. Pincho de tortilla y caña a que ese es el clavo ardiendo al que se agarra Sánchez para aguantar todo lo que le echen.
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