Suscribete a
ABC Premium

pincho de tortilla y caña

El sindicato del crimen

El certificado de defunción del felipismo debería establecer la intoxicación respiratoria como causa de su muerte. Sugerir cualquier otra es una memez

Luis Herrero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En octubre del 82 Felipe González ya había desteñido buena parte del rojerío legendario del PSOE. Promovió la apostasía del marxismo, cambió los pantalones de pana y la camisa de leñador por los trajes de chaqueta y acreditó, durante la moción de censura a Suárez, ... que no era el banderizo de la revolución que pregonaban sus adversarios políticos. Su apuesta decidida por la modernidad y la aproximación a Europa hizo que muchas madres educadas por el franquismo le otorgaron el título honorífico de yerno ideal. Pilar Miró le plateó las sienes, para disimular la bisoñez de sus cuarenta años recién cumplidos, y las urnas le catapultaron al poder con un botín de 202 escaños. Para muchos, yo incluido, aquella victoria del 28 de octubre de hace cuarenta años supuso el fin de la transición. La misma izquierda que un lustro antes aún predicaba la idea de la ruptura como única vía posible para llegar a la democracia, hacía su entrada jubilosa en la sala de máquinas de una monarquía parlamentaria construida «de la ley a la ley». Esta es, en esencia, la efeméride que se conmemora mañana. Y no daría para mucho más si no fuera porque algunos se empeñan en convertirla en el espejo mágico que debería utilizar Pedro Sánchez para devolverle al PSOE la belleza perdida.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia