Suscribete a
ABC Premium

pincho de tortilla y caña

¿Reconciliación?

La ley de amnistía no reconcilia, sólo exculpa a los sediciosos y rebaja la amenaza coercitiva de la posible reincidencia

La búsqueda de la verdad

La naturaleza caída

Luis Herrero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El poder político no hace más listas a las personas que lo encarnan. Tampoco las hace mejores. No les añade un solo codo de estatura moral. Lo que suele suceder es todo lo contrario. El oropel, los agasajos, el coche oficial, las genuflexiones de los ... subalternos, el mantel de lino y todas las bicocas que lo hacen apetecible y placentero son virus que convierten a sus anfitriones en seres presuntuosos y fatuos. Hubo un tiempo en que llegar a ministro era el broche final a una carrera meritoria. Los agraciados con el nombramiento no se libraban de contraer la enfermedad de la presunción (algunos ya la traían de casa), pero es cosa distinta presumir con fundamento que sin él. Hay pesados que engolan la voz sabiendo de lo que hablan y hay idiotas que hacen lo propio sin tener ni puñetera idea de lo que están diciendo. A veces aún es peor. Tal vez sepan que lo que están diciendo es una majadería, pero se vean obligados a decirlo por obediencia debida. Hoy en día, a la hora de elegir ministros no se busca a los mejores, sino a los más obedientes.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia