pincho de tortilla y caña
De penalti
Tanto arrumaco imprudente ha transformado al presidente del Gobierno en un defensor de la asimetría en nombre de la igualdad
El tren de la bruja (22/11/23)
Victoria inmoral (15/11/23)
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónGracias al hambre de micrófono con que ha llegado al Gobierno Oscar Puente, ahora sabemos que Sánchez se casó de penalti con la amnistía, pero que solo era cuestión de tiempo que el amor entre el presidente y la medida de gracia hubiera acabado ... en boda. La metáfora es una adaptación peculiar del proverbio elegido por el sanchismo para justificar sus cambios de criterio. Lo que el nuevo ministro pretende es que entendamos que Sánchez, al plegarse a las demandas independentistas, lo que de verdad se propuso fue hacer del embarazo virtud. Y bien mirado, no deja de ser una aclaración, aunque chusca, bastante descriptiva. No es la primera vez que Sánchez hace cosas que cuadran bien con esa imagen procreadora. También participó en una cama redonda con Frankenstein para alumbrar su investidura, después de haber dicho que su semblante le quitaba el sueño, y luego terminó firmando capitulaciones matrimoniales con cada uno de sus miembros. Otro ejemplo: hasta hace poco no quería ver ni en pintura al verificador internacional que exigía Puigdemont y hora habla de él en términos panegíricos. Tal parece que Sánchez, en efecto, es una suerte de 'gigoló' enamoradizo que acaba resolviendo todas las situaciones embarazosas que plantea su permanencia en el poder casándose con ellas. Y eso es, justamente, lo que le convierte en un peligro público.
Es un político de boda tan fácil que para venderse como paladín de la igualdad (la seña distintiva de su religión progresista) acaba haciendo suya la ley que consagra la mayor desigualdad de los ciudadanos ante la acción de la justicia. O que para acreditar su contribución al diálogo y a la convivencia eleva a sacramental su compromiso de construir un muro que divida en dos a los españoles. O que para fortalecer los pilares de la democracia contrae matrimonio con quienes le piden que se investigue en el parlamento la tendenciosidad prevaricadora de los jueces. O que para lograr la paz en Oriente Medio incendia las relaciones diplomáticas con Israel, el único país de la zona sometido al imperio de las urnas, sin tener en cuenta el lío de tres pares de narices en el que mete a las demás potencias occidentales. Puestos a elegir entre los elogios de Hamás, amiga de los socios que le mantienen en el poder, o los de los aliados de la Unión Europea, Sánchez lo tiene claro. Eso es lo que pasa con las bodas de penalti: que son fruto de un embarazo, generalmente no deseado, que después ha de ser vendido ante la opinión pública como la consecuencia natural de una relación amorosa.
La conclusión que se impone es que tanto arrumaco imprudente ha transformado al presidente del Gobierno en un defensor de la asimetría en nombre de la igualdad, de los muros en nombre del diálogo, del acoso judicial en nombre de la democracia y del guiño a los terroristas palestinos en nombre de la paz. Pincho de tortilla y caña a que aún veremos cosas peores. ¿Quién fue el osado que se atrevió a decir que el amor nos hace más guapos?
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete