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pincho de tortilla y caña

De penalti

Tanto arrumaco imprudente ha transformado al presidente del Gobierno en un defensor de la asimetría en nombre de la igualdad

El tren de la bruja (22/11/23)

Victoria inmoral (15/11/23)

Luis Herrero

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Gracias al hambre de micrófono con que ha llegado al Gobierno Oscar Puente, ahora sabemos que Sánchez se casó de penalti con la amnistía, pero que solo era cuestión de tiempo que el amor entre el presidente y la medida de gracia hubiera acabado ... en boda. La metáfora es una adaptación peculiar del proverbio elegido por el sanchismo para justificar sus cambios de criterio. Lo que el nuevo ministro pretende es que entendamos que Sánchez, al plegarse a las demandas independentistas, lo que de verdad se propuso fue hacer del embarazo virtud. Y bien mirado, no deja de ser una aclaración, aunque chusca, bastante descriptiva. No es la primera vez que Sánchez hace cosas que cuadran bien con esa imagen procreadora. También participó en una cama redonda con Frankenstein para alumbrar su investidura, después de haber dicho que su semblante le quitaba el sueño, y luego terminó firmando capitulaciones matrimoniales con cada uno de sus miembros. Otro ejemplo: hasta hace poco no quería ver ni en pintura al verificador internacional que exigía Puigdemont y hora habla de él en términos panegíricos. Tal parece que Sánchez, en efecto, es una suerte de 'gigoló' enamoradizo que acaba resolviendo todas las situaciones embarazosas que plantea su permanencia en el poder casándose con ellas. Y eso es, justamente, lo que le convierte en un peligro público.

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