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pincho de tortilla y caña

Nadie jamás en ninguna parte

Los sumos sacerdotes de la industria de Hollywood no quieren ser señalados como antiguallas

Más difícil todavía (9/3/2023)

Reprobación envenenada (2/3/2023)

Luis Herrero

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He sido uno de los pocos españoles que ha visto 'Todo a la vez en todas partes'. Tengo entendido que nuestro país sólo ha aportado el 0,5 por ciento de los ingresos que ha recaudado en el mundo la película de los siete Oscar ... . Y puestos a seguir formando parte de minorías exiguas, también soy de los pocos que, habiéndola visto, se atreven a decir que le parece una tomadura de pelo. Me enfrenté a ella con las pilas puestas porque me habían dicho que los laberintos del multiverso estaban fuera del alcance de las mentes torpes. Al principio me intrigó. Creí que iba a divertirme. Pero el espejismo duró poco. A la media hora, no recuerdo si antes o después de que los dedos se convirtieran en salchichas, ya había comprendido que no formaba parte de su público objetivo. Lo mejor que puedo decir de ella es que el tiempo que transcurrió hasta que comenzaron a desfilar los créditos finales no pesó en mis párpados lo suficiente como para finiquitarla con un fundido a negro prematuro. Eso sí: celebré que acabara, resoplé para darle a mi decepción la correspondiente onomatopeya y concluí que tardaría muy poco en olvidarla. Y en eso no me equivoqué porque apenas ha pasado un mes desde que la vi y ya no recuerdo de ella casi nada. Lo único que me queda es la extraña sensación de que soy un espécimen de otro mundo, incapaz de seguir la velocidad y la dirección del que me rodea.

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