PINCHO DE TORTILLA Y CAÑA
Madrid
Madrid es una lupa de aumento que somete a los aspirantes al triunfo social a un escrutinio meticuloso. Y generalmente nauseabundo
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Iniciar sesiónAlgo tiene el eco de Madrid que todo lo magnifica. Por alguna extraña razón, probablemente injusta, a lo que se dice o se escribe en el foro madrileño se le presta más atención que a lo que se dice o se escribe en provincias. Todo ... aquello que no supera el filtro de calidad que exigen los estándares capitalinos está condenado a pasar inadvertido en alguna crónica menor de difusión periférica. No hay torero que no sueñe con abrir la puerta grande de Las Ventas, ni futbolista que no aspire a ganar en el Bernabéu. Madrid es la medida que todo lo exagera. Un empresario de Castellón, amigo mío, cada vez que quiere que la prensa local hable de sus nuevas iniciativas se monta en el AVE, convoca a las agencias informativas en un hotel de la Castellana y después de hablarles de lo suyo durante cinco minutos escasos les invita a un whisky en el bar. Cuando los medios castellonenses tienen noticia del evento a través de los teletipos, rebotan la noticia con una fanfarria tipográfica tres veces mayor de la que hubiera merecido si el acto se hubiera celebrado en Castellón.
Esa capacidad madrileña de darle enormidad a eventos menudos es la que explica, por el otro extremo, la de arruinar grandes sueños. Madrid está plagado de periscopios que escrutan todos y cada uno de los movimientos de quienes adquieren cierta notoriedad pública. El anonimato es un lujo que solo pueden permitirse los ciudadanos del común. Cuando Isabel Díaz Ayuso dijo que Madrid era el único lugar de España donde nunca te cruzas con tu expareja estaba pensando en la gente de a pie. Los famosos que ya lo son, o quienes aspiran a serlo, no tienen tanta suerte. Es posible que no se crucen con sus viejos amores en un semáforo de la Gran Vía, pero es casi seguro que antes o después verán su cara en televisión, o escucharán su voz en algún programa de radio, contando detalles morbosos del tiempo que pasaron juntos. Y quien dice amores pasados dice tropiezos profesionales, conductas indeseables, amistades inadecuadas o deudas de juego.
Madrid es una lupa de aumento que somete a los aspirantes al triunfo social a un escrutinio meticuloso. Y generalmente nauseabundo. Luego no importa demasiado que el conjunto de las informaciones insidiosas, orquestadas por príncipes de las tinieblas con fines espurios, hagan mella en el conjunto de la ciudadanía (lo normal, salvo casos muy sonados, es que a la ciudadanía se la traiga floja), de lo que se trata en el fondo es de que lleguen a las terminales donde se concentran las grandes influencias. Si los pocos que cortan el bacalao deciden que el meritorio en cuestión no merece pasar el corte, ya puede el hombre, o la mujer, darse por jodido. Tiene menos porvenir que una maniquí con chepa. Pincho de tortilla y caña a que Núñez Feijóo añora la tranquilidad de los paisajes de Galicia. Leo que la adaptación a Madrid le está costando más de lo esperado. Pero el peaje es obligatorio. Nadie le dijo que iba a ser fácil.
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