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pincho de tortilla y caña

Druidas y forofos

La política del Gobierno no es la que reclama la mayoría ciudadana, es la que impone la minoría forjada en torno a Frankenstein

Luis Herrero

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Mucho me temo que la política se está convirtiendo en una atracción para entusiastas. Y ese es el maldito problema: gobernar para ellos, buscar el calor de su aplauso, supone a menudo darle la espalda al interés común. Lo que gusta a los fans no ... suele ser lo que demanda la mayoría. Primer ejemplo: Liz Truss ha ganado la batalla de la sucesión de Johnson gracias al apoyo de los militantes más cafeteros de su partido, en contra de la opinión del grupo parlamentario y de las preferencias de los ciudadanos del común. Las encuestas le han dado una bienvenida horrorosa. Ahora, en medio de la galerna económica que asoma por el horizonte, tendrá que bregar con mano de hierro, enmendando muchas de sus recientes promesas electorales, si quiere ganarse la confianza de los británicos y evitar una nueva guerra interna de los 'tories'. Segundo ejemplo: Gabriel Boric ganó las elecciones chilenas en segunda vuelta, después de haber perdido la primera, gracias al apoyo de grupos radicales que sumaron sus fuerzas para evitar la victoria de la derecha. A continuación redactó una nueva Constitución al gusto de sus socios y la mayoría de la población chilena acaba de decirle que se la meta por donde le quepa.

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