PINCHO DE TORTILLA Y CAÑA
Borregos
No es política de partidos lo que tenemos en España, es política de rebaños
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El tren y la bruja (22/11/2023)
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Iniciar sesiónAsumamos de una vez que Sánchez se comerá el turrón en Moncloa. Cuando empezó el verano casi todo el mundo negaba que tal cosa pudiera suceder, pero ya es un hecho irrefutable que casi todo el mundo se equivocaba. Yo, también. Por eso no dejo ... de preguntarme qué errores cometí en el análisis predictivo. ¿Qué fue lo que pasé por alto? En estos últimos cuatro meses he repasado con atención todas las respuestas que gente más lista que yo le ha ido dando a esa pregunta.
Una de las más interesantes se la escuché al escritor Arturo Pérez Reverte durante la entrevista que le hicieron hace unos días en 'El Hormiguero'. Como él se dedica a escribir novelas tiene ojo clínico para catalogar personajes y mira el mundo que le rodea con la perspectiva de una trama de ficción. Por eso, al hablar de Sánchez, donde los demás vemos a un político al uso, henchido de ambición y enamorado de sí mismo, él ve a un asesino. La imagen no es nueva y ha servido muchas veces para describir a políticos de todas las épocas. Hace años le escuché decir a otro escritor ilustre, Manuel Vicent, que existen dos clases de mandamases: los 'killers', que tienen los ojos muy juntos y miran a su presa como Alan Ladd a Jack Palance en 'Raíces profundas', y los supervivientes, que tienen los ojos separados y controlan todo su entorno para ver venir de lejos a sus depredadores. La novedad es que Sánchez tiene las cuencas oculares móviles y las junta o las separa según le convenga atacar o defenderse. Debe ser por eso por lo que afirma Pérez Reverte que no hay ningún otro pistolero que le haga sombra en toda Europa. Dice de él lo que ya sabemos: que es tenaz, atrevido y que carece de escrúpulos, pero añade que tiene el instinto exterminador del jugador de ajedrez. No le voy a discutir al autor de 'La tabla de Flandes' su apreciación, pero tengo para mí que lo que de verdad le hace peligroso no es su ingenio mortal para mover las piezas en el tablero, sino la facilidad con que éstas se dejan manejar a su antojo. Los movimientos que ordena el director del juego son terribles, pero aún estremece más el entusiasmo con que los peones, los alfiles, las torres y los caballos se prestan a ejecutarlos. En toda la izquierda no hay nadie con mando en plaza que se atreva a cuestionar las órdenes que recibe. No es política de partidos lo que tenemos en España, es política de rebaños. A Pérez Reverte le fascina el pastor. A mi, los borregos. Para que la sumisión se generalice entre ellos hace falta un argumento que blanquee su mala conciencia de esclavos morales y el presidente del Gobierno ha dado con uno tan falaz como eficacísimo: cualquier cosa antes de abrir las compuertas a la extrema derecha. Mejor serviles que fachas. Con ese lema por bandera, la lealtad irracional se transforma en obediencia justificada. Pincho de tortilla y caña a que Sánchez hará lo imposible para no quedarse sin coartada.
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