café con neurosis
Las embajadas separatistas
Illa –el mentiroso del «comité de expertos» que nunca existió– dijo en su día que no iba a aumentar el número de embajadas. Otra mentira
Desolación generalizada
Cuando la dignidad parece rebeldía
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Iniciar sesiónLas embajadas de los separatistas catalanes no se pueden denominar así, y se bautizan con diversos nombres. El más rimbombante es el de Delegación del Gobierno de Cataluña, pero hay muchas más embajaditas, repartidas por los cinco continentes, con otras denominaciones: Oficina de la ... Agencia Catalana de Turismo (ACT); Oficina de la Agencia para la Competitividad de la Empresa (ACCIÓ); Oficina del Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC); Oficina del Instituto Ramón Lluc (IRL); y Oficina de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo. Todas ellas se acercan al centenar, y las pagamos usted y yo, porque gracias a ese despilfarro exterior la deuda catalana aumenta y, dentro de poco, abonaremos parte de los más de los casi 80.000 millones de la deuda contraída por los separatistas, gracias a que el Gobierno va a abonar 17.000 millones, que, según la excelentísima y mentirosa ministra de Hacienda, va a ser un paquete para ayudar todas las autonomías.
Salvador Illa, –el mentiroso del «comité de expertos» que nunca existió– dijo en su día que no iba a aumentar el número de embajadas. Otra mentira. En realidad un miembro del PSC viene a ser un vergonzante vocacional de ERC, que no se atreve a apuntarse, y decide irse al PSC, porque le parece menos cateto y, además, hay una Internacional Socialista. (No existe una Internacional Nacionalista porque si cada nacionalista se cree, por razones de domicilio, más alto, más guapo y más inteligente que los opresores que no le dejan prosperar, sería una guerra de soberbios y supremacistas, imposibles de convivir). Imagínense el cachondeo que habría en Extremadura, si la Junta de Extremadura, tuviera un Instituto del Castúo, en Berlín, Londres y Nueva York, como tiene la Generalitat para extender el catalán.
Esta vocación es apoyada por el ministro de Asuntos Exteriores, que ha declarado que España seguirá haciendo el ridículo, pidiendo la oficialidad del catalán en la UE, cosa que es perder el tiempo, porque hay una docena de países con idiomas distinto del oficial, que no podrían contener a sus paisanos, y la UE sería una babel de tanta risa como traductores simultáneos. Y eso el ministro –que va colocando a sus amigos de embajadores– lo sabe muy bien, como sabe que miente, cuando asegura que se va a conseguir lo imposible. Pero la tontería y el ridículo son imparables, y otro miembro del PSC, el alcalde Barcelona, se ha marchado de excursión a Palestina, y, como Israel no le dejó entrar, se fue a Jordania, donde anunció que va a dar una ayuda de un millón de euros de los barceloneses al Estado Palestino, cuyo domicilio se desconoce.
Todo esto cuesta dinero, pero lo peor son los informes de la CIA sobre los viajes de la Generalitat a Moscú, y los contactos establecidos. El desprecio de Trump hacia España, y el correspondiente desprestigio internacional, tienen su base en la labor que los separatistas llevan a cabo con, ahora, nuestro dinero.
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