CAFÉ CON NEUROSIS
Me comeré mis palabras
Una 'performance' debe medir su huella en el efecto posterior. Y ahí será donde podremos calibrar su trascendencia, y si mereció la pena ponerla en marcha
«¡Qué escándalo! ¡qué escándalo!»
El ocaso y la caída
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Iniciar sesiónSi hoy, como espero, Pedro I, El Mentiroso, se da por vencido y, con la falsa humildad de los soberbios, declara que sigue como presidente, y que el afecto y el amor demostrado por su partido le ha inducido a reflexionar, con el apoyo ... de su mujer, a seguir sacrificándose por todos nosotros, no tendré que comerme las palabras que voy a escribir a continuación, y que deberían publicarse –perdón, director– en la página de Espectáculos, porque todo habrá sido una inmensa 'performance'.
Debemos reconocer que el espectáculo, en su habilidad de excitar la motivación, fue apoteósico por lo inesperado. La sorpresa es siempre un elemento de la 'performance', y ahí debemos rendir el reconocimiento al autor, que ya tiene experiencia en otras actuaciones similares, pero no tan brillantes como ésta última.
El arranque deslumbrador dio paso a una asistencia de público entusiasta, más floja de lo que auguraban las expectativas. Incluso con la barrida de autocares por toda España, sólo se congregaron unas doce mil personas. Pueden parecer muchas, pero la plaza de toros de Las Ventas tiene un aforo de casi 24.000 espectadores, y Felipe González logró llenarla. El pasado sábado, no fue un fracaso de asistencia, pero no hubo más de media plaza, lejos del lleno hasta la bandera.
Pese a este éxito mediano de la convocatoria, la actuación posterior de los tenores y sopranos fue ganando en intensidad. La soprano María Jesús Montero, que siempre destaca en sus agudos –lo que cualquier día le proporcionará el disgusto de soltar un gallo en medio de un do de pecho– le dio a su papel ese tono trágico que practica con maestría, y como ella fue la primera soprano que acusó falsamente a la esposa de Núñez Feijóo de corrupción, se centró en resaltar la villanía que supone criticar y sospechar de la esposa de un político, con tanta convicción y dolor que era impensable que ella hubiera roto nunca un plato de calumnias semejante al que le provocaba ascos.
Respecto al esperado tenor Bolaños, que siempre comienza con la suavidad curil de un tutor, no desilusionó a su público, y dando pruebas de lo que él ama la concordia, calificó al PP de jauría –en la tradición del dóberman que ya sacó el Partido Socialista a pasear en una campaña–, mostrando su contención educada y evitando el término 'hijos de perra'. También fue un éxito lograr que se incorporaran selectos grupos de los 'abajo-firmantes'.
Una 'performance', de tanto calado como esta ópera bufa, debe medir su huella en el efecto posterior. Y ahí será donde podremos calibrar su trascendencia, y si mereció la pena poner en marcha el tinglado de la antigua farsa.
A no ser que dimita, y Pedro I, El Mentiroso, sorprenda a todos, sin hacer lo contrario de lo que dice.
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