CAFÉ CON NEUROSIS
Avanza la decadencia
Ha llegado el anuncio de la quinta y definitiva etapa que nos llevará hasta la gran decadencia: las mascotas artificiales con inteligencia artificial
La malsonancia, casi obligatoria
La triple, y fatal, coincidencia
Tengo la impresión de que el surgimiento y generalización de las mascotas en los hogares tiene sus días contados, tras alcanzar el gran éxito de que ya existen en España más perros que niños (considerando niños a los menores de 18 años). Los niños no ... llegan a los siete millones, mientras que los perros no tardarán en alcanzar los diez millones. Las revoluciones nunca se producen de un día para otro. Me percaté cuando leí el libro que Zweig le dedicó a María Antonieta, y constaté que, desde la toma de la Bastilla hasta el día en que le quitaron para siempre los dolores de cabeza, habían transcurrido más de cuatro años.
Con la sustitución de los niños por los perros han transcurrido varias etapas. La primera fue el achicamiento del número de cachorros humanos. Poco a poco, el número de hijos fue disminuyendo, hasta que la antigua rareza del hijo único se transformó en una circunstancia generalizada. Tanto es así que un día mi hija me comunicó, tras la llegada de su tercera niña, que ya eran familia numerosa.
La segunda etapa fue el alargamiento de la maternidad y paternidad hacia etapas más cercanas a la madurez que a la juventud. A algunos padres, cuando van a recoger a su único y tardío hijo a la escuela, les suelen decir que su nieto o nieta todavía no ha salido de clase, al observar el encanecido cabello del presunto abuelo.
La tercera etapa fue una eclosión que se extendió con rapidez: la sustitución del perro por el hijo. Y hay que reconocer que fue un gran avance, porque el perro, a pesar de que sus aperos cada día son más caros, resulta mucho más barato y cómodo que un hijo: ni escuelas concertadas o privadas, ni fiestas de cumpleaños, ni agobio en los exámenes, ni la semana blanca, ni el ingreso en la universidad, ni viajes de fin de curso o pasos del ecuador, y añade la ropa, y la paga de fin de semana y el casi infinito etcétera. Además, te puedes ir de vacaciones y dejar al perro en una residencia, mientras que a un hijo –como la decadencia va a paso lento– todavía abandonarlo reporta un cierto reproche social.
No obstante, en este avance de la decadencia hacia situaciones cada vez más cómodas, ha llegado el anuncio de la quinta y definitiva etapa que nos llevará hasta la gran decadencia: las mascotas artificiales con inteligencia artificial. Hablan mejor que los representados en las películas por Disney; no hay que sacarlos dos veces al día a mear y cagar; te ahorras el veterinario, y se podrá mantener una conversación no inventada, porque el perro te contestará. ¡Ah! Y llegan las vacaciones, le extraes al perro la pila de litio, lo guardas en el armario, y no te tienes que preocupar si, a la vuelta, ha tenido diarreas. Vamos hacia un futuro en el que ya no habrá ni niños, ni perros. Bueno, habrá niños, pero serán musulmanes, chinos o africanos del sur. Y los tendrán que cuidar ancianos españoles, que no habrán tenido hijos, sino mascotas tan artificiales como su inteligencia.
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