la barbitúrica de la semana
La verbena de la Begoña
El mundo nunca fue tan cervantino, a nuestro pesar
Un demócrata se desmorona
Experimento en la utopía
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Iniciar sesiónBuenos días de una mañana de domingo. Bienvenidas y bienvenidos a la fiesta de las variedades. A la verbena de las pluralidades, las excepciones y los menoscabos al interés público en favor de los particulares. Bienvenidos al mercadillo de la cosa pública, al quién da ... más de las líneas rojas. Aquí hay de todo, y para todos: la mujer del presidente, ¡qué digo!, la mujer barbuda, que aparece y desaparece según convenga y a quien convenga.
¡Bienvenidas y bienvenidos! En la corrala veraniega queda sitio. Está por empezar 'El juez de los divorcios cervantino' en versión Gobierno de coalición, ese magistrado que no acaba de concederle a nadie la disolución de su vínculo por mucho que vayan todos a quejarse. ¡Pero hay más! La noria del Estado de derecho, dando vueltas. También el tiro al blanco al poder judicial. Las opiniones de un payaso. La escopeta nacional. Y si cabe carrera de tacones, o el 'pajaporte' y los cayucos cuando aprieta el calor. Un número tras otro. El 'show' es continuo.
¿Dónde está escrito que la democracia es una verbena? ¿Cuándo y cómo devino la representación ciudadana en entremés? ¿Quién lo decretó?
En menos de una semana, dos tribunales se quitan la palabra, el poder ejecutivo insolenta al judicial y la gobernanza acaba en intolerancia, porque los carnés de demócrata se expiden según la conllevancia. Doña Begoña, la esposa del presidente del Gobierno, subasta pescado a la baja en La Moncloa –adelante, señor rector– y pasa la gorrilla vestida de chulapa. El mundo nunca fue tan cervantino. En aquella obra 'La elección de los alcaldes de Daganzo', Miguel de Cervantes coloca a un bachiller, un escribano y dos regidores a elegir cuatro posibles alcaldes. Llegan de uno en uno los cuatro candidatos, el primero de ellos Humillos, un hombre que no sabe leer y que a pesar de eso se cree más listo y virtuoso para ocupar la responsabilidad de gobierno.
El interrogatorio que hacen el escribano Pedro Estornudo y el bachiller Pesuña a Humillos reproduce, en buena medida, las obcecaciones de la cosa pública. De saber, el aspirante Humillos no sabe ni leer, pero él va de chulo, erre que erre, ante el escribano Estornudo, que asiente y copia a pie juntillas. Pedro Sánchez sabe como nadie presumir de lo que no tiene y sobreactuar cuando ve la paja en el ojo ajeno, mientras la viga le atraviesa el suyo.
Begoña Gómez ha acudido al juzgado y con la misma ha salido. No sabe ni conoce la causa, o no desea saberla, lo mismo da. En la verbena de la Begoña, como en el 'Retablo de las Maravillas', el que no ve inocencia, el que duda o contradice, es considerado impuro o hereje, o, por qué no, de ultraderecha o antidemócrata. En la verbena de La Begoña todo lo que parece lo es, aunque convenga hacerse el pícaro, el ciego o el hechizado si es eso necesario para salvar el tipo. El mundo nunca fue tan cervantino, a nuestro pesar.
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