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la barbitúrica de la semana

El progreso era esto

Acabo de comprar billetes para dos trenes que no sé si llegarán a su destino

La virtud y la antiadherencia

Odisto y los suyos

Karina Sainz Borgo

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Son las seis de una tarde de verano. Pienso en comprar un billete de tren. Que sea barato, barrunto. Qué va, me corrijo. Que salga pronto. Es lo mejor. Dos horas o quizá tres de margen para hacer frente a cualquier incidente. Reservo la ... ida y la vuelta a la misma hora, las seis de la mañana, por si pasa cualquier cosa. Así tengo margen para coger un autobús o cualquier otra cosa. Trago saliva. Me encomiendo a la providencia. Decido confiar, no porque crea en el cumplimiento de la norma, sino porque el caos suele ser territorio de la excepción. Son las seis de la tarde de verano y dudo. En los últimos dos viajes me he retrasado algo más de dos horas, la más reciente con caos en el vestíbulo de la estación de Chamartín. Tamborileo los dedos sobre el escritorio y aparto las ideas catastrofistas que orbitan alrededor de mi cabeza. «Pero qué podría pasar».

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