la barbitúrica de la semana
Español profiláctico
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Iniciar sesiónUsar y tirar. Cuando conviene, es de todos; cuando no, vehicular sea el asunto. Al idioma español se le invoca con la solemnidad de los propósitos que no se cumplirán y la pompa de los monumentos que acabarán cubiertos de guano. Se le dedican ... centros en los lugares más remotos del mundo y se declaran en su nombre hermandades para el despilfarro, pero no una partida sistemática para traducciones, tampoco las bases para un programa de difusión o los apuntes para una política exterior cultural y lingüística coherente.
Este fin de semana, justo después de que Isabel Díaz Ayuso presentara la programación de cara a la semana de la Hispanidad, Jaime G. Mora publicó en ABC Cultural un reportaje demoledor sobre cómo el español global puede morir de éxito. Una década después de la publicación del informe sobre el valor económico del idioma, un nuevo estudio alerta sobre la posibilidad de que ese supuesto crecimiento demográfico del idioma tenga los pies de barro. De que sea un espejismo. Puro humo, y no como el de Guillermo Cabrera Infante.
En lugar de aprovechar el potencial del idioma de Cervantes (y de Borges, Octavio Paz y Javier Marías), se coleccionan despropósitos. Explica Jaime G. Mora en su reportaje cómo, siendo la segunda lengua internacional con más hablantes nativos, el español carece de una concepción global. Se conceptualiza a base de ocurrencias, mesas redondas y juegos florales que no tienen continuidad en el tiempo, ni mecanismos fiables para comprobar si tales avances repercuten en la vida real.
Las acciones para conservar, estudiar y proyectar nuestra lengua han acabado en una colección de cachivaches y brindis al sol. Con todo respeto a la caja de las Letras que Luis García Montero se empeña en llenar, pero que resulta estéril, o esa oficina del español en Madrid, que tiene por delante el inmenso reto de dejar de ser un chiringuito, sirven de poco si no se conciben como detalles dentro de un plan mayor.
Mientras el idioma y la cultura sean vistas como un abalorio, un bonito detalle que se concede a amigos o enchufados, poco haremos frente al patrimonio intelectual del que gozan el inglés y el francés, las dos lenguas más porosas, permeables y capilares en su relación cultural, económica y política con el mundo en el que operan.
El español es la segunda lengua universal y la quinta en traducción. Según las cifras de comercio exterior facilitadas por la Federación del Gremio de Editores de España, en 2021 se facturó un total de 71.58 millones de euros por venta de derechos para traducción, una cantidad ligeramente inferior a la de 2020, cuando alcanzó 72,89. Si, en principio, el idioma crece, ¿por qué se ralentiza lo que debería ser una proyección continua? El inglés sigue siendo el idioma mayoritario con el 27,8 por ciento de traducciones, seguido del francés, 16,5 por ciento y del alemán, el 9. España se ha ocupado poco, y acaso muy tardíamente, de la traducción en su industria más importante. Ya es hora de tomárselo en serio.
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