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SALA DE MÁQUINAS

Mil ojos esconde Prada

Hay que ser un valiente, o haber entrado ya en los puertos firmes de la madurez para atreverse con una obra fuera del canon

Los santos inocentes de Camps

Parecidos inquietantes

Julián Quirós

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De repente, Juan Manuel de Prada entrega a la imprenta una novela como las de antes, de aquellas que nos salían al paso en la adolescencia, en las lecturas primeras, a bofetada limpia, descubriéndonos los otros mundos, los mundos distintos, excesivos, turbios, imantados. Con ... el nervio del escritor que iba a contracorriente, frente a los convencionalismos, con la censura husmeando, consciente de que molestaba a la mayoría bienpensante, al poder establecido, a los lectores galvanizados en los discursos ganadores. Hay que ser un valiente, o haber entrado ya en los puertos firmes de la madurez, o hay que necesitar poco en la vida para atreverse con una obra fuera del canon, una obra que nadie ha pedido y que en todo caso vuelve a ser una bofetada de aquellas; mostrando los andrajos de una época que hemos preferido silenciar. Prada porta hoy una antorcha literaria que viene de lejos, del siglo de los pícaros, los hambrientos, los arribistas, los supervivientes y los sobrecogedores. Así hasta Koldo y Begoña Gómez.

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