el ángulo oscuro
La que se nos viene encima
La sentencia del caso del fiscal general marcará un antes y un después en la historia del Régimen del 78
Una fiera que se devora a sí misma y mata con la mirada
El nuevo títere de Soros
La sentencia del Tribunal Supremo en el caso del fiscal general del Estado marcará un antes y un después en la sórdida historia del Régimen del 78, tanto si finalmente resulta absolutoria como condenatoria.
Si la sentencia resulta absolutoria, será con la excusa de ... que no se han encontrado pruebas «concluyentes»; pero se nos ocurren pocas pruebas más concluyentes de la culpabilidad de un acusado que borrar todos los mensajes del teléfono móvil el mismo día en que se hace pública la decisión de abrir una causa penal contra él. Una sentencia absolutoria, para el inconsciente colectivo, significará que el Tribunal Supremo se rila ante las presiones del partido de Estado, renunciando a considerar los abrumadores indicios que señalan al fiscal general; y será percibida como un sometimiento definitivo al partido de Estado, que aprovechará la coyuntura eufórica para lanzar una ofensiva aplastante contra los jirones de independencia del poder judicial. Dicha ofensiva se acompañará de unas elecciones que afiancen la 'mayoría de progreso', en volandas de la exultación triunfalista desatada tras la absolución del fiscal general; y, una vez afianzada la 'mayoría de progreso', el partido de Estado podrá lanzarse a impulsar leyes que reformen las mayorías del llamado Consejo General del Poder Judicial, la instrucción de las causas penales y el acceso a la carrera judicial y fiscal, para pitanza de esbirros y paniaguados. Todo ello, naturalmente, acompañado por los parabienes de la prensa adicta (aunque, para entonces, decir 'prensa' y 'adicta' será un pleonasmo).
Si la sentencia resulta condenatoria, el partido de Estado orquestará una campaña salvaje de deslegitimación del Tribunal Supremo, al que se presentará como un reducto franquista o fascista, como ya se lleva haciendo desde hace algún tiempo desde la prensa adicta, incluso desde la tribuna parlamentaria. Se intensificará hasta extremos horrísonos el relato del 'lawfare' (esta chusma ni siquiera sabe hablar la lengua de sus padres); y empezarán a aflorar los informes más sórdidos para ensuciar la trayectoria personal y profesional de los jueces y magistrados que se consideren enemigos, empezando naturalmente por Marchena. Por supuesto, las masas cretinizadas adscritas al negociado ideológico de izquierdas organizarán manifestaciones todo lo violentas que el partido de Estado considere oportuno, denunciando el 'golpe de Estado judicial'. En realidad, toda esta campaña salvaje ya está diseñada minuciosamente desde hace meses, como prueba la actividad frenética de los 'fontaneros' del partido de Estado.
La sentencia del Tribunal Supremo será el pistoletazo de salida para una mayor (¡todavía!) degeneración de la vida política española, comandada por el partido de Estado, que es el timonel del Régimen del 78. Las generaciones jóvenes no deben olvidar que ha sido ese Régimen el que ha amparado la colonización y emponzoñamiento de las instituciones públicas.