tribuna abierta
El origen de los jueces
El único ámbito que nos quedaba, con todas sus deficiencias y dudas, no va a quedar al margen del proceso de invasión por parte de totalitarios de todo pelaje
Juan José Gutiérrez Alonso
Este es un tema ya muy manido. No hay nada nuevo que decir sobre el presunto linaje en la magistratura o la supuesta aristocracia judicial que confabula contra los gobernantes. Si acaso, los historiógrafos deberían destacar a futuro que intermitentemente se activan y deslizan conjeturas sobre el origen y procedencia de jueces y fiscales ... con finalidad perversa que, en nuestro caso, se explica por el galopante caudillismo.
En efecto, las quejas y las prisas de nuestros actuales gobernantes por acelerar el proceso de captación de togados mientras se les desprestigia y ataca como nunca habíamos visto están directamente relacionadas con esta especie de Tangentopoli a la española, es decir, con la corrupción y la urgente necesidad de cobertura judicial que ampare la supervivencia de un Ejecutivo que no puede ya mantenerse por medios honestos. Por eso entramos en si son galgos o podencos, andaluces o catalanes, si vienen de familia de pudientes o por el contrario,, nacieron en humilde pesebre, si son descendientes de pueblos semíticos o vienen de Salamanca. El caso es incidir en la segmentación, en buenos y malos, en legítimos e ilegítimos, afines o contrarios por nacimiento. El esquema mental y el argumento son los adecuados para hacer de la vida un infierno, que al final es lo que siempre sucede en toda deriva comunistizante.
Por esto mismo a nadie debe extrañarle la polémica, teniendo en cuenta el contexto. Se empieza acusando de 'lawfare' cuando se descubren negocios turbios y excesos de la dirigencia, y se termina interviniendo el sistema para meterlo en vereda y ponerlo decididamente al servicio del poder e ir ampliando sus inmunidades. Este proceso es más frecuente y común de lo que el ciudadano corriente cree. Y en no pocas ocasiones funciona y tiene éxito. Se traslada a la opinión pública una serie de dudas sobre quienes ejercen la judicatura, y a continuación se propone la urgente necesidad de establecer una especie de procedimiento de limpieza de sangre para verificar pulcritud, pluralidad y democracia en el acceso al trabajo togado, porque quien viene de según dónde puede estar ya tachado, esto es, el huevo y la serpiente. Este itinerario acaba con las presiones más insólitas para conseguir voluntades y alineamientos con las posiciones e intereses de los gobernantes, reduciendo el Estado de derecho a escombros.
Soy de los que tiene serias dudas sobre el sistema de acceso a la judicatura, pero ninguna de ellas tiene nada que ver con lo que se expone estos días. Como en botica, entre quienes superan las pruebas de acceso hay y habrá de todo; la clave de una mejora del sistema seguramente está en el antes (Facultades) y el después (Escuela Judicial). Resulta profundamente injusto, y también abyecto, poner en duda desde hemiciclos o ministerios el sistema, cuando en ellos nadie se somete a un proceso de contabilidad o escrutinio parecido.
No hay grandes esperanzas de todos modos. La política lo invade ya todo en nuestras vidas. Ni el Tribunal Constitucional, hoy más que nunca dependencia de Moncloa, ni el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ni tampoco el de la Unión Europea, son ajenos a los tejemanejes políticos. El único ámbito que nos quedaba, insisto, con todas sus deficiencias y dudas, no va a quedar al margen de este proceso de invasión por parte de totalitarios de todo pelaje.
Acabo, si se me permite, recomendando a quien vaya a dedicarse a resolver disputas en sala judicial que gaste menos tiempo en internet y más en biblioteca y se aleje de los conciliábulos y la endogamia, sacrificando así la carrera por el buen oficio. Y que para las peores situaciones tenga más presente el 'Ensayo sobre la imparcialidad', de Jorge Luis Borges, que la opinión de cualquier allegado, amigo o incluso colega teóricamente más ducho en los menesteres. Y perdónenme los más ortodoxos del Derecho por no citar un gran nombre de la disciplina, pero todos ellos me parecen sustituibles por Esopo, Marco Aurelio, Cervantes o el conde Lucanor.
es rector del Real Colegio de San Clemente de los Españoles de Bolonia
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