Pobres y ricos

No desaprovechando la oportunidad para reprochar a la oposición haberse opuesto y recomendándole unirse a ellos.

Núñez Feijóo no se lo aceptó ni como chiste. Al revés, pasó revista a los 'éxitos' del presidente, para convertirlos en humo y palabrería electoralistas, que llevarán a España a tal deuda que tendrán que pagar no ya los hijos, sino los nietos. Aunque la mayor carga explosiva la había soltado antes de entrar en la sala al decir que «los Presupuestos se repiten por pura conveniencia, en beneficio de los que apoyan al Gobierno». Para el líder del PP la única salvación es rebajar los impuestos no aumentarlos a nadie.

No sé si apuntarse al marxismo más elemental que ha elegido Sánchez es una buena idea. El bandido generoso a lo Diego Corrientes, que roba a los ricos para dárselo a los pobres, es pura ficción. El héroe de nuestra época es el empresario, que crea empleo y riqueza. El hombre más rico de España (y uno de los más generosos) empezó siendo un camisero en La Coruña y hoy da trabajo a miles de personas. Puede seguirle Juan Roig, dueño de Mercadona, famoso por lo bien que trata a sus empleados. Incluso entre los que capitanean constructoras que tienden puentes, líneas de ferrocarril y otras grandes obras públicas mundo adelante hay los de origen humilde, aparte de los que llevan su pequeña empresa y la mantienen, junto a sus empleados, con su capital y esfuerzos. Rico, lo que se dice rico de verdad, es decir manejar no millones sino billones, es hoy el Estado, que recauda del esfuerzo de todos sus súbditos, y si algo sale mal, no es problema, se suben los impuestos o se aumenta la deuda. Quedándole, además, el sablazo estatal, al devolvernos el dinero que le prestamos devaluado por la cabrita inflación. Por eso la aman tanto los gobiernos derrochones.