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Encuestas y nacionalidades

«Con un millón de pesetas, yo me comprometo a hacer una nación en el mismo Getafe», dijo Camba

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José María Carrascal

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Estamos en plena campaña electoral, con tres encuestas sobre los resultados no sólo de las municipales y autonómicas, sino también de las legislativas, a finales de año nada menos. Las tres colocan al PP en cabeza pero en una de ellas con el aliento ... del PSOE en su nuca, que permite imaginar que va a sobrepasarle. Siendo como son las encuestas la foto fija en un momento, la única forma de que sirvan de algo es como tendencia que se repite semanas y meses, pudiendo cambiar en cualquier punto debido a acontecimientos inesperados. Nos quedamos, por tanto, como estábamos en espera de próximos escrutinios. A mí me ha servido para recordar al mejor periodista español del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Me refiero Julio Camba, cuyas crónicas sobre países y pueblos son modelo de precisión, claridad e ingenio. Lo demuestra en un artículo, publicado en julio de 1918, bajo el titular 'La verdadera nacionalidad'. Andaba entonces por Galicia y le dio la idea algo que le dijo mucha gente. «Le somos una nación, ¿sabe usted?». Su respuesta fue «¿por qué no?», que ampliaba para el lector: «Y, en efecto, ¿por qué no? Una nación se hace como cualquier otra cosa. Es cuestión de quince años y de un millón de pesetas. Con un millón de pesetas yo me comprometo a hacer una nación en el mismo Getafe, a dos pasos de Madrid. Me voy allí y observo si hay más morenos o rubios, braquicéfalos que dolicocéfalos y otros rasgos corporales, para constituir la futura nacionalidad. Luego recojo los modismos locales para hacer un idioma y al cabo de unos años yo habría ganado una fortuna». A su interlocutor, nacionalista sin duda, no se le ocurre otra cosa que preguntarle «¿pero usted mismo es un celta?». A lo que Camba le suelta: «No, yo no soy un celta; acaso lo haya sido alguna vez pero en una época tan remota que no conservo de ello ni el más vago recuerdo». La conversación sigue sin llegar a un acuerdo aunque por fortuna no a bofetadas, como suelen acabar muchos debates y espero que mis amigos gallegos –pasé allí mi infancia y conservo recuerdos inolvidables– no me tomen a mal que haya usado a uno de sus escritores más ilustres para denunciar el afán disgregador que últimamente nos aqueja.

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