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LA TERCERA

Salvemos el cervantismo (una vez más)

«Creo que la mejor defensa es un buen ataque científico: ante las biografías que se publican con el membrete de «definitivo» hay que difundir las buenas investigaciones cervantinas que se siguen publicando y que, en escasas ocasiones, llegan a la prensa»

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El cervantismo, esa rama de los estudios humanísticos que se dedica al análisis de la vida y de la obra de Cervantes y su difusión a lo largo de los siglos en todas las geografías, goza de una envidiable salud científica en la actualidad, ... como la Asociación de Cervantistas o revistas de prestigio mundial como 'Anales Cervantinos' ponen de manifiesto. Además, desde sus orígenes, el cervantismo ha sabido, como ninguna otra rama de los estudios humanísticos, dialogar con la sociedad de su tiempo organizando actividades o iniciativas que tienen como finalidad mejorar las condiciones de vida o de expectativas de futuro de comunidades marginales o marginadas. De este modo, no extraña la transformación que ha vivido la expresión «ser un quijote», que, de unos orígenes despectivos en el siglo XVIII, se ha convertido en un modelo –heroico y ejemplar– de conducta con la finalidad de mejorar la vida a los más desfavorecidos. Y el Diccionario de la Real Academia Española no me deja mentir: la voz «quijote» se define como «hombre que, como el héroe cervantino, antepone sus ideales a su conveniencia y obra de forma desinteresada y comprometida en defensa de causas que considera justas». En los últimos años, a este «anteponer sus ideales» le hemos dado un nombre: cervantismo social. 

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