la suerte contraria
Viva España, bastardos
La fusión que da resultado a México incluye necesariamente a España, que dejó allí lo mejor que tiene: su lengua, su cultura, sus leyes y su fe
Illa, Pujol y el besamanos
El defensor del periodista
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Iniciar sesiónNacho Cano es uno de los grandes genios que ha dado España. Escuchando su registro puramente instrumental, uno no puede evitar preguntarse a dónde habría llegado si hubiera dedicado su talento a la música clásica en vez de al pop. Si esto fuera Inglaterra, ... sería Sir, como McCartney. Pero en esta ibérica desdicha somos más de Sor que de Sir, y las monjitas del régimen no soportan el éxito de quien no reza cada mañana el rosario progre. Aquí al que triunfa 'a la contra' se le desprecia sistemáticamente. Y más si ese triunfo es en el espacio de las artes, territorio meado por los machos alfa del sanchismo para marcarlo como propio.
Cuando le presenté en el Club Siglo XXI dije que su obra se basaba en unir lo quebrado, en fusionar elementos, en abrazar y en coger los añicos de cosas aparentemente rotas y llevarlas a la unidad original, pero mejoradas. Primero con su hermano, en Mecano. Luego con las religiones en 'Un mundo separado por el mismo Dios'. Después los sexos en 'El lado femenino' y, ahora, las razas y los continentes en 'Malinche'. Es una constante en Nacho: la obsesión por comprender al otro y unirse a él formando una tercera cosa, una síntesis, aunque sea a costa de diluirse en el camino. Quizá sea demasiado complejo para nuestros progres.
Desde luego no ha sido demasiado para los más de 500.000 espectadores que ya han visto 'Malinche'. Pese a que algunos no hayan querido comprenderlo, el mensaje de Nacho es que, en México, lo español y lo indígena mueren como tal dando lugar a una tercera cosa, lo mestizo, que es superior y que une a ambos pueblos para siempre en un sueño que cambia el curso de la historia. La capital de la Hispanidad no fue solo Madrid sino, durante mucho tiempo, México, que se convirtió en el centro del mundo, en la metrópoli a medio camino entre España y Filipinas. No solo es que España no deba disculpas a México, sino que, muy al contrario, México debe disculpas a España por el maltrato al que nos somete y por su ignorancia de la historia. En todo caso debe agradecimiento. Porque antes de los españoles, México no existía. La fusión que da resultado a México incluye necesariamente a España, que dejó allí lo mejor que tiene: su lengua, su cultura, sus leyes y su fe. Mesopotamia, Jerusalén, Atenas, Roma, Castilla, México. Ese es el curso de la historia de la humanidad.
No sé cuántos imperios han detenido la conquista de un continente para preguntarse si tenían derecho a hacerlo. Bueno, sí que lo sé: solo Castilla. Tuvo que ser fray Antonio de Montesinos quien saliera en defensa de los nativos, iluminando a Bartolomé de las Casas para que defendiera sus derechos en la Controversia de Valladolid, dando lugar al derecho natural, al derecho internacional y sentando las bases del liberalismo dos siglos y medio antes que Inglaterra. Así que cuando Rufián dice: «Viva México, cabrones» contraponiéndolo a España, queda claro que no sabe lo que dice. En cualquier caso, me uno al su grito. Y añado: «Viva España, bastardos».
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