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la suerte contraria

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España: obsolescencia programada

El hombre del traje gris

José F. Peláez

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Se trata de tomar un par de vasos en el bar de abajo, que quizá no sea el más 'cool', pero que es el más cercano y, por lo tanto, el que te corresponde. Tampoco es necesario pedir un vino caro. De hecho, gastarse ... demasiado en el vinillo de un miércoles es una cosa pretenciosa, 'snob' y que roza la mala educación. Hay tiempo para todo, chico. En Valladolid estamos bien enseñados por nuestros abuelos, que nos insertaron la etiqueta del chateo en el mismo núcleo del ADN. Tú, en tu casa, te puedes tomar lo que te dé la gana, pero el chateo en sociedad exige saber adaptarse a algo asequible, en la línea de lo que pidan tus compañeros, sin dar el cante. Porque tomar un vino es solo una excusa para acercarnos al otro. Y todo lo que nos acerque al otro está bien. El vino, en realidad, lo puedes tirar. Lo importante es no vivir sintiéndote especial, porque el que se siente especial suele ser un gilipollas, y nada aleja tanto del otro como un gilipollas y un mal compañero de chateo. Ese que pide cosas exclusivas y pone problemas a lo que, por definición, ha de ser sencillo y fluir con naturalidad. Y, sobre todo, conviene acostumbrarse a pedir algo asequible, porque es normal que, de la nada, surja alguien que te quiera invitar. Y ya me dirás cómo vas a quedar con tu vino de seis pavos.

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