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la suerte contraria

Siempre saludaban

La historia nos recuerda que creerse capaz de todo es la precuela de convertirse en nada

Líderes de la resistencia (26/11/23)

Baila, Aitana (24/11/23)

José F. Peláez

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Lo peor del tardosanchismo no va a ser aguantar esa afectación que se gastan, como de adolescente que acaba de descubrir lo de 'Hagamos un trato', de Benedetti. Tampoco ese aire de mercadillo medieval con el que impregnan las instituciones, con sus tarotistas, sus inciensos ... y sus conjuros. Nada de eso. Lo peor está siendo descubrir que hay una legión de españoles que ni siquiera creían en el Estado de derecho. Iban por ahí con sus caras de buenas personas, su hora para el podólogo y su lista de horas en las que poner la lavadora para salvar el planeta. Saludaban en el ascensor. Eran muy amables –como Los Fernández– y cuando te cruzabas con ellos no había nada que te hiciera sospechar que pensaban que la separación de poderes fuera algo instrumental, una anecdotilla, algo que está bien, pero sin pasarse. «La democracia es un poco como todo», dirán. «De nada conviene abusar».

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