Sánchez: segundos fuera
Del rosa palo al palo rosa
En los eventos Sánchez no habla pensando en los presentes, sino en los cortes que los chavales de comunicación tienen previsto subir a Instagram
Pedro quiere creer (07/07/2023)
Pedro Sánchez, en el acto de inicio de campaña en la Casa de Campo de Madrid
Al principio creí que lo que había justo al lado del eslogan de campaña del PSOE, barrita, corazón, era un avión, como homenaje al Falcon. Pero, qué decepción, el supuesto aeroplano era sólo una flechita que apunta hacia la derecha.
Vamos, que lo que ... el PSOE nos quiere decir –literalmente– es que 'España avanza hacia la derecha'. Y, desde luego, con colaboradores así, ya no hace falta ni ultraderecha mediática. En cualquier caso, lo importante es que este sábado Sánchez debía haber estado en Plasencia advirtiendo a los extremeños de que viene el fascismo, pero ha 'cambiado de posición' y prefirió quedarse en Moncloa, que hace más fresco y, además, cualquiera se atreve a coger el Falcon en campaña.
La versión oficial es que está preparando el debate con sus asesores, pero no faltan las malas lenguas que dicen que si ha suspendido los actos es porque está nervioso y cansado. Otras dicen que, en Extremadura, la gente del PSOE, barrita, corazón no quieren ni verlo porque tienen muy claro de quién es la culpa de los resultados de mayo, ya tan lejanos.
En cualquier caso, Sánchez está encastillado y la realidad es que esta campaña parece la no-campaña. Igual que Nixon vs. Kennedy fue la primera ocasión donde la televisión jugó un papel central, estamos hoy quizá ante la primera contienda plenamente moderna, consciente de que todo se juega en las redes y nada en los mítines. Quizá, por eso, en los eventos Sánchez no habla pensando en los presentes, sino en los cortes que los chavales de comunicación tienen previsto subir a Instagram. En otra época sería impensable ver al presidente tirar a la basura uno de los dos fines de semana de campaña sin hacer nada, encerrado en casa con los coleguitas del club del debate. Pero, esto es lo que hay.
Es cierto que adelantó trabajo el jueves en la fiesta–presentación del PSOE, barrita, corazón–, a la que Sánchez acudió en vaqueros y con una camisa de manga larga con un perfecto orugamiento que, la verdad, me dio que pensar. Yo no soy capaz de doblar las mangas con esa perfección, eso era un diez perfecto. Tiene que tener alguien que le ayude a remangar esa camisa de color rosa palo, que es, por cierto, el mejor color cuando quieres meter palos rosas.
No sé a qué mente se le ha ocurrido que, para hablar de feminismo, se tiene que vestir de rosa, pero, quizá sea mismo que el del eslogan. En cualquier caso, allí estuvo, en Casa de Campo, alertando a la gente del riesgo que supone Feijóo para las mujeres, los gays y para el planeta en general.
Intentó un tono mitinero, pero no le sale. Pasa del letargo a la agresividad, sin pasar por la ironía y así no hay quien transmita nada. Y es lógico, se ha pasado cuatro años intentando dar una imagen de presidente que no tenía y, ahora que la tiene, decide actuar como aspirante para impostar la imagen de cercanía y humanidad que le faltan. Pero a medida que pasa el tiempo, pasa de la sonrisa a la ira y de la cercanía al envenenamiento. Y luego a la tele, donde Piqueras, con la camisa lila del día que puso té a las ministras, a alternar las cejas altas del buen chico que no entiende por qué no le quieren con el ceño fruncido del hombre que nos recuerda los motivos.
Alterna cara de pena con cara de odio y voz engolada de candidato guerrista con voz serena de candidato renovador. Es decir, que pasa de querer robar votos al PP a querer robárselos a Yolanda. Y eso no es posible sin cambiar de argumentos. Sánchez anda perdido, como un opositor al que le han cambiado el temario el día antes. Y mañana, en el debate, veremos en qué se centra. Y solo después sabremos si le apetece ir a dar un mitin a Valencia o prefiere pasarse por el tik-tok de unos chavales de Sestao. O, dicho de otra manera, si opta por el rosa palo o por el palo rosa.