Pues claro que es terrorismo

Pero igual de evidente resulta que nadie está juzgando al independentismo catalán. En España las ideas no se juzgan. Lo que se está juzgando son actuaciones concretas de personas concretas. Y para esas personas –los CDR acusados– la Fiscalía pide hasta 27 años de cárcel por terrorismo. En concreto porque habrían conformado una organización terrorista paralela, de carácter «clandestino y estable» cuyo objetivo era, supuestamente, llevar a cabo «acciones violentas o atentados con explosivos y sustancias incendiarias». En su escrito, el fiscal de la Audiencia recalca que se les intervinieron precursores de explosivos y materiales para su fabricación, así como fórmulas para elaborarlos y planes para atentar en infraestructuras estratégicas de Cataluña. Por todo ello el fiscal les acusa de delitos de pertenencia a organización terrorista; tenencia, depósito, fabricación de sustancias o aparatos explosivos e inflamables o de sus componentes de carácter terrorista; y estragos de carácter terrorista en grado de tentativa. En el caso de Tsunami, en cuya cúpula estarían Rovira y Puigdemont, incluimos, además, intentos de homicidio a policías, esos atentados subdesarrollados en las calles de Barcelona y el asedio a El Prat.

Así que Sánchez puede pensar lo que desee. Pero lo que es o no es terrorismo no lo decide él. Tampoco el fiscal y ni siquiera un juez. Lo decide el Código Penal. Y este dice que «se considerará delito de terrorismo la comisión de cualquier delito grave contra la vida o la integridad física, la libertad, la integridad moral, (…), el patrimonio, (…) incendio, contra la Corona, de atentado y tenencia, tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos, (…), y el apoderamiento de aeronaves, buques u otros medios de transporte colectivo o de mercancías, cuando se llevaran a cabo con la finalidad, entre otras, de subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo, o a alterar gravemente la paz pública o provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella.

Vamos, que terrorismo. De manual. Pleno al quince, una tarjeta perfecta. Es difícil clavar tanto un tipo penal, Pedro. Y, por cierto, me ha gustado eso de 'Un tipo penal'. Buen título para su 'biopic'.