LA SUERTE CONTRARIA
La nueva guerra fría
Es la libertad lo que está en juego. Y la democracia, el progreso, el crecimiento económico y, como consecuencia, la paz
El tren es un infierno
Convivir con el odio
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLo único bueno de todo esto es que probablemente a Twitter le queden solo unos meses de vida. En cuanto Trump pierda las elecciones, el propietario de esa red, Elon Musk liquidará el invento, lo hará desvanecer y el mundo será un lugar mejor. ... O quizá no, es posible que el mundo siga siendo igual, pero, al menos, no nos enteraremos de que nuestro amigo, ese que parece tan serio, piensa esa cantidad ingente de chorradas. Y todo esto a no ser que Musk decida que necesita mantener viva su red para ayudar a Putin, a Orban o a cualquier otro villano contrario a la libertad, a la democracia y al mínimo sentido del bien y la decencia.
Lo que comenzó como un lugar en el que compartir conocimiento se ha convertido en una fábrica de bulos, 'fake news', manipulaciones y propaganda de ideologías populistas y rebuznos, valga la redundancia. Muchos huimos de esa basura para refugiarnos en la 'seriedad' de los periódicos, pero de nada sirve cuando gran parte de las opiniones que nos encontramos en la prensa 'seria' solo son amplificadores de los eructos que el autor ha visto antes en Twitter. Gran parte de la opinión es, en realidad, un tuit largo, el desarrollo de alguna intoxicación que el columnista ha leído antes en dicha red y que ha indignado a sus amigos. Es decir, el algoritmo te dice de qué tienes que hablar y la cámara de eco te indica en qué sentido. Twitter, así, no es solo poderosa en sí misma sino también por el salto de influencia que provoca en otros medios.
Podemos seguir haciendo como que no pasa nada, pero el mundo ha cambiado. Los que defendemos una serie de ideas basadas en el capitalismo, los derechos humanos, la democracia liberal, el humanismo cristiano y las libertades individuales siempre hemos tenido enemigos. Y los seguiremos teniendo, porque nuestras ideas provocan sistemáticamente el odio de los fanáticos y de los déspotas. A algunos de ellos los podemos situar en el mapa: China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Irán, Hamás. Otros, como el terrorismo islamista, están dispersos. Y otros, como Rusia, lo están a medias, puesto que a su beligerancia imperialista se une el dominio de Internet gracias a actores como Musk. Y, por supuesto, faltan los enemigos infiltrados: en España el sanchismo y la extrema derecha reaccionaria, nacionalista e iliberal que trabaja coordinada con lo anterior para acabar con el ciclo que mayor prosperidad y libertad ha traído al mundo en general y a Occidente en particular.
Estamos en una nueva guerra fría, pero sin telón de acero. Los bloques no los marca un muro físico sino uno moral. Es la libertad lo que está en juego, también la de expresión. Y la democracia, el progreso, el crecimiento económico y, como consecuencia, la paz. Para que sigamos teniéndolo es necesario protegernos de quien quiere terminar con ello, aunque lo hagan enroscados en la bandera de su defensa. Y eso no solo pasa por hacer frente a esta izquierda desquiciada, sino también a quien dice representar a la derecha para acabar con ella.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete