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la suerte contraria

Miedo a la soberanía popular

Si Yolanda es un ejemplar de catequista sin fe, Urtasun es un híbrido de pijo navarro y de pijo catalán

23 días en La Mareta

Góngora en Simancas

José F. Peláez

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Tenían que verlos en aquel foro, entre risotadas, florecillas y piolets, Yolanda y Ernest, Ernest y Yolanda, la cara y la cruz –o si se prefiere, las dos cruces– de la misma tragedia. Yolanda se mofaba del pueblo español, con ese aire que tiene ... siempre como de acabar de salir del spa y del convento, y se congratulaba de haber aprobado un real decreto que no ha de pasar por las Cortes. «Le tenemos miedo a la soberanía popular», añadió Urtasun, jocoso como un dictadorzuelo en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. Si Yolanda es un ejemplar de catequista sin fe, Urtasun es un híbrido de pijo navarro y de pijo catalán, es decir, la quintaesencia del esnob, un poco de Sant Gervasi, un poco de Club de Campo 'Señorío de Zuasti', de esos tipos que parecen más listos de lo que son. Como Borrell. Y uno le ve ahí sentado, con su traje oscuro, su camisa clara, descorbatado como solo pueden permitirse los pijos de verdad, con la pierna derecha cruzada sobre la izquierda y por encima una mano larga que emerge para sostener su cabeza despeinada y del PSUC. Y piensas que quizá esté concentrado pensando en los archivos estatales, en las goteras de la Biblioteca Nacional o en cómo se nos cae a trozos el románico palentino. Pero nada de eso: en lo que está pensando es en que se le han acabado los yogures con avena, o algo así, con esa manera que tiene de sentarse, arrellanado en el asiento y repantigado su cuerpo serrano como Pocholo en el polígrafo o Bertín en 'Contacto Contacto', que solo le faltaba poner los pies encima del invitado.

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