la suerte contraria
La hora de Tellado
Si el PP no es capaz de someter sus intereses locales al discurso nacional, volverá a perder y por el mismo motivo que en 2023
Miedo a la soberanía popular
23 días en La Mareta
Creo que hay que endurecer los requisitos de entrada en España para los extranjeros. No por sospecha hacia su honradez, sino por la certeza de que un Estado abierto y sin control es un Estado a punto de resultar fallido. Por ello, hay que tomarse ... en serio el control de las fronteras, utilizando, para tal fin, los medios coercitivos que la ley prevea, con cabeza, pero sin demasiados remilgos –las fronteras no se defienden con canciones de Ana Belén. Hay que luchar contra las mafias que trafican con personas en el Estrecho y en Canarias, exigiendo la implicación directa de la UE. Hay que iniciar campañas para expulsar de España a los inmigrantes ilegales, delincan o no, aunque es complicado hacerlo sin el apoyo de los países de origen, que son los que tienen que aceptarlos de vuelta. Por ello, tenemos que trabajar para que esos países colaboren con nuestra seguridad, lo que implica dedicar recursos de modo transparente y también de modo no transparente, que es como se compra a los corruptos. Es muy posible que el modelo de crecimiento económico en el que estamos instalados no sea válido, porque crea empleos que los españoles no quieren, lo que implica que, para no quebrar, nos veamos obligados a importar mano de obra masiva que tira para arriba del precio de la vivienda y que genera una crisis habitacional para los jóvenes españoles, lo que dificulta su emancipación, la formación de nuevas familias y el crecimiento vegetativo que, en último término, pone en riesgo el estado de bienestar al que obliga nuestra Constitución.
Pero, dicho esto, si un inmigrante está en España de modo legal y no delinque, tiene el mismo derecho a hacer su vida que un tipo de Burgos. No aceptar esto implica haberse convertido en parte del problema que se quiere combatir, que es el de la barbarie iliberal tomando las riendas de nuestra sociedad. Nuestra cultura es nuestra ley. El inmigrante está obligado a someterse a ella, diga lo que diga su religión, pero nosotros también estamos obligados a someternos a los derechos que la ley prevé para ese inmigrante, diga lo que diga nuestra ideología. Uno de esos derechos es la libertad religiosa, reconocido no sólo por la Constitución sino también por la Iglesia católica.
No tengo duda de que el PP está en esta línea frente a las posturas xenófobas y antidemocráticas de Vox. Pero si el PP no es capaz de someter sus intereses locales al discurso nacional, volverá a perder y por el mismo motivo que en 2023. Hay que decir claramente que si los barones gobiernan es a costa de Feijóo y que fueron sus actuaciones las que le hicieron perder las elecciones. Por mucho que en Génova digan hoy cosas sensatas, si desde los territorios siguen validando la agenda de Vox, el PP seguirá alimentándolos de votos, poniendo en riesgo el 30 por ciento. Si Tellado ha llegado para algo es para evitar que desde las baronías se ponga en cuestión la autoridad de Feijóo y los compromisos por él adquiridos en el Congreso Nacional. Esa y no otra es la dureza que de él se espera.